Abrir menú principal

Cambios

342 bytes añadidos ,  hace 2 años
sin resumen de edición
(26) Plin. Lib. 35 cap. 10.
  '''DISCURSO''' '''SOBRE EL TEMPLO''' '''DE SALOMÓN'''   '''. ACERCA DEL ORIGEN DE LA PINTURA'''  
Dejando pues discursos aparte, la primera noticia que de la pintura hallo es acerca de Estrabón, libro XXVI de los edificios de Babilonia. Cosa muy sabida es ser después del diluvio universal la primera dudad, el primer imperio y la primera corte que tuvo la redondez de la tierra, donde comenzaron grandezas y suntuosidades, que hasta ahora viven en la memoria de los hombres; y de las cosas particulares dice: ''In ea propter lignorum inopiam ex palmaceis trabibus et columnis aedificia faciunt, circum columnas funes extorta stipula confectos ponunt, postea ea illinientes coloribus pingunt portae bituminatae, et aliae sunt tam ipsae, quam domus, quae omnes propter lignorum penuriam fornicantur, &c.''
No tenían ni pedreras, ni maderas, porque carecen aquellas regiones de estos materiales: cortaban las mejores palmas más gruesas y rollizas: rodeábanlas de fortísimas cuerdas: ''illinientis'', embetunábanlas con aquellos betunes acomodados y quedaban fuertes y lisas, ''coloribus pingunt'', que pintaban. Como eran trozos de palmas querían que la pintura representase lo que eran, a mi parecer. Encima tintaban alrededor aquellas hojas que hace el cebollo de la palma, a modo de capitel, que después llamaron corintio. En el fuste o scapo pintaban listas de abajo arriba imitación de la orden que dejan señaladas en el tronco las ramas, que unas de aquellas cortezas son inferiores a otras, y así las demás partes de la columna. Esta manera de pintar, a mi parecer, es la que pudo ser principio de lo demás a que se extendió el arte del pintar.
 No tenían ni pedreras, ni maderas, porque carecen aquellas regiones de estos materiales: cortaban las mejores palmas más gruesas y rollizas: rodeábanlas de fortísimas cuerdas: illinientis, embetunábanlas con aquellos betunes acomodados y quedaban fuertes y lisas, coloribus pingunt, que pintaban. Como eran trozos de palmas querían que la pintura representase lo que eran, a mi parecer. Encima tintaban alrededor aquellas hojas que hace el cebollo de la palma, a modo de capitel, que después llamaron corintio. En el fuste o scapo pintaban listas de abajo arriba imitación de la orden que dejan señaladas en el tronco las ramas, que unas de aquellas cortezas son inferiores a otras, y así las demás partes de la columna. Esta manera de pintar, a mi parecer, es la que pudo ser principio de lo demás a que se extendió el arte del pintar.   De este principio se derivó sin duda ninguna el orden de columnas que llamamos corintías (I). El scapo o fuste fue la palma rodeada y astringida de las cuerdas: el collarín de la columna nació de una vuelta más las mismas cuerdas para que estuviese la atadura mas fuerte abajo, como cosa que había de estar junto al suelo. Dieron más vueltas, y la más ínfima muy más gruesa, como más sujeta a rozarse primero. El betún rehenchía la agudeza de los ángulos, cortando e igualando sobre el cerco de la maroma; y el asiento después, porque le defendiese de los inconvenientes de posar en el mismo  
(I) Origen de la columna corintia.
 
 
suelo, era un cuadro de un ladrillo o de muchos, por no tener piedra; y así hasta el día de hoy se llama el dicho asiento ''plintion laterculus''. El capitel o era formado en trozo de la misma columna o sobrepuesto, formándole con el mismo betún para que la pintura pudiese fingir sus hojas, que servían solamente el todo de ellas a la manera de pencas, como también han usado en las de mármol los antiguos con extrema gracia, como se ve en San Juan Laterano[ de Letrán ] en el pórtico del baptisterio: además que habiéndolas cargado con su arquitrabe les añadieron la cornisa, para que echando fuera la lluvia defendiese las columnas de podrirse la madera y cuerdas, aunque el betún las tuviese vestidas y defendidas por su parte de estos daños; y perdóneme Vitruvio, que estos fueron los principios del orden corintio, y no los que él trae de cosas, mi parecer ridículas.
  Calímaco, escultor corintio, añadió el harpar las hojas: una vez como hoja de olivo, como de ordinario se hallan: otra vez como hoja de roble. De la una manera y de la otra se hallan en esta iglesia mayor de Córdoba algunos capiteles antiguos, labrados con excelencia. De aquí con este presupuesto se entenderá muy bien lo que dice en diversas partes la escritura, hablando de la fábrica del templo. ''Palmarum species operuit tan Cherubim, quam palmas auro. Sculpsit Chorubim Cherubim et palmas ante facientes pictura palmarum''. Y requería esta materia tratado más particular, porque hay bien que decir, así en éstos como en otros lugares, y este de Jeremías: ''Quia lignum de saltu praecindit opus manus artificis in ascia. Argento et auro decoravit illud: clavis et maleis compegit ut non dissolvatur. In similitudinem palmae fabricata sunt, &c''. Son, como quien dice, sus imagines y dioses, como un pilar que no se mueve sino le mueven, y llámale palma, porque este vocablo fue el primero que tuvo la columna, y aunque después se fabricaron de mármol se le quedó el mismo nombre. Josefo, ''Antiq. 8 '' cap. 5. de la Regia de Salomón, ''Cujus pulchritudo tribus ordinibus opere intexta Asyrio'', que como allá comenzó la arquitectura, quedó con los mismos términos, como si dijésemos tres órdenes de corredores de obra corintia.  
Paréceme que si ciertos amigos, que hicieron unos comentarios sobre algunos libros de la escritura, hubieran dado en este lugar, ahorraran algunos años de trabajo que tuvieron bien grandes. A este propósito pregunto ¿qué es la causa que Vitruvio en sus libros de arquitectura no trata de las columnas torcidas, ni pone la razón de ellas, y Jácome de Vígnola, que escribió en nuestros tiempos, ser el primero que les haya dado regla? ¿Responderíase a esto por ventura no ser antigua cosa, ni de aquel tiempo, ni haberlas él hallado en los ilustres edificios de que hace mención? Que no sean de aquel tiempo, lo contrario se ve en la labor y elegancia de ellas y antigüedad, y en la común opinión de los hombres. Dicese y tiénese por cierto ser algunos despojos del templo de Jerusalén o de otra alguna fábrica de aquella ciudad, que fueron traídos de allí en la guerra del emperador Tito, y lo confirma una de ellas que está en la iglesia de San Pedro en Roma, cercada de una bien cerrada reja de hierro, que tiene virtud milagrosa de expeler los malos espíritus de los hombres, llegándose a ella, la cual virtud se le quedó desde que nuestro señor Jesucristo se arrimó a ella predicando al pueblo. La columna y la reja son muy antiguas a la virtud manifiesta. Demás que algunas de estas columnas (aunque todas de buena ley) que están en la dicha iglesia son tan hermosamente labradas, que arguyen el cuerpo de la obra, haber sido edificio insigne; y aunque se pueden llamar corintias, tienen no sé que de extrañeza, y en los miembros de peregrino, estriadas el ínfimo tercio y de arriba vestidas de yedras, trepando por ellas algunos niños vestidos, alados y otros animalejos, si mal no me acuerdo.
 
 
Supuestas estas razones, que son las Columnas antiguas y muy antiguas de los tiempos floridos, y su escultura lo muestra, y que Vitruvio no hace de ellas mención, ni otro alguno de los antiguos escritores, me hace entender que los asirios escultores y los de las otras naciones de la grande Asia, que aprendieron de ellos, considerando este principio, deducido do las columnas de palmas, como viesen que las tales columnas con el gran peso del edificio, y no siendo su materia tal que pudiese henderse o quebrarse, se corbasen a un lado y a otro, ordenaron después esta hermosísima manera de columnas, reduciendo lo que en sus principios era vicio, con artificiosa lindeza a fingirlas de esta suerte, que Vitruvio solamente observó la manera de los griegos, o no vio los edificios donde estaban puestas, o no entendió el modo de sacarlas torcidas.
 
 
No nos da Estrabón más lumbre en cosa tan ciega, porque su argumento era diferente. De creer es que si comenzó por imitación de palmas, que pasaría a figuras humanas, o que de figuras humanas se acomodase a imitar ramas, hojas y otras naturales cosas. Y siendo cierto que primero tuvieron imperio los asirios que hubiese reino en Egipto, no seria alejarse mucho de buena conjetura imaginar que los egipcios la tuviesen de los asirios, ni tampoco es tan gran disparate, como a Plinio le parece, decir que los egipcios, que seis mil años antes que los griegos tuvieron ellos pintura, si conforme a lo que tengo dicho comenzaron con los asirios, y los años que ellos decían eran, según su cuenta, de cuatro a seis meses, remítome a la buena razón de los tiempos.
  Parece, según esto, que los principios de este arte fueron estos, no con más certidumbre que la conjetura y con sideración nos puede dar. Más cierto es el fin que tuvo y en que tiempo. En su tiempo, dice Plinio: Hactentus dictum sit de dignitate artis morientis. Dice morientis, aun no del todo ya muerta. Vese que se entretuvo algunos años después de Plinio, porque en las termas dioclecianas en mi tiempo, en un nicho grande, como ellos llaman, estaba en la media naranja de pintura una gran figura asentada y otras a los lados en pie, y aun una de ellas desnuda; y aunque con el mucho tiempo y ruinas maltratada, se conocía mucho bueno en ellas, principalmente en los perfiles que se descubrían más. Los frailes cartujos, que tienen allí su convento, hicieron en aquellas paredes un alhorí (II), y así no se pueden ahora un grane- ver sino con dificultad.  
Asimismo, junto al monasterio de San Juan y Paulo en una viña, que dicen, por
 
 
(II) Un granero o alfolí.
  Rastros rastros y señales, haber sido la casa de santa Constancia, hija de Constantino magno, hay muchas ruinas y algunas bóvedas, y en una de ellas había de pintura algunos grutescos (cierta especie de pintura, dicha así por hallarse en las grutas de las ruinas de Roma), los cuales mostraban arte y buena manera, y principalmente una historia en medio de la bóveda, que un caballero cortó y arrancó de la bóveda y la puso en un cuadro en su casa, que después se perdió por quererla barnizar para que saliesen las figuras.  
Demás de las cuales se ven hoy en aquel templo que llaman de Baco, junto a la iglesia de santa Inés, vía Nomentana, mucha parte de bóveda de cimborio, labradas de mosaico; algunas historias que no dejan de tener, para ser de aquella labor, buena parte de dibujo y manera, hechas en tiempo de Juliano el apóstata, el cual restauró (mas no con la grandeza y ornato que debiera tener primero el dicho templo) para sepultar en él a su mujer Helia Augusta, hermana de santa Constancia, donde también yacía la misma santa en una tumba harta preciosa de pórfido, labrada una a modo de Parca y unos niños y otras cosas en ella que andan en estampa.
 
 
'''POEMA DE LA PINTURA'''
 
 
'''LIBRO PRIMERO.'''
  '''M'''ueve Mueve á l` alma un deseo que la Inclinainclina<br>Á seguir desigual atrevimiento:<br>Ardor, que nos parece ser divina<br>Inspiración, de pretendido intento:<br>Si el despierto vigor, donde se afina<br>En mí avivase el fugitivo aliento,<br>Diría el artificio soberano<br>
Sin par, do llegar pudo estudio humano.
  ¿Cuál principio conviene á la noble arte?<br> El ¿El debuxo, que él solo representa<br>Con vivas líneas que redobla, y parte<br>Cuanto el ayre, la tierra y mar sustenta?<br> El ¿El concierto de músculos? Y parte<br>Que a la invencion las fuerzas acrecienta!<br> El ¿El bello colorido, y los mejores<br>
Modos con que florece? ó los colores?
  Comenzaré de aquí, pintor del mundo<br>Que d' el confuso caos tenebroso<br>Sacaste en el primero y el segundo<br>Hasta el último dia d' el reposo<br>Á luz la faz alegre d' el profundo;<br>Y el celestial asiento luminoso<br>Con tanto resplandor y hermosura<br>
De varia y perfectísima pintura,
        Con que tan lejos d' el concierto humano<br>Se adorna el cielo de purpúreas tintas,<br>Y el translucido esmalte soberano,<br>Con inflamadas luces y distintas:<br>Muestras tu diestra y poderosa mano<br>Quando con tanta maravilla pintas<br>Los grandes signos d' el etéreo claustro<br>
De la parte d' el élice y d' el austro.
  Al ufano pabon álas y falda<br>De oro bordaste y de matiz divino,<br>Dó vive el rosicler, dó la esmeralda<br>Reluce, y el zafiro alegre y fino:<br>Al fiero pardo la listada espalda,<br>La piel al tigre en modo peregrino;<br>Y la tierra amenísima, que esmalta<br>
El lirio y rosa, el amaranto y calta.
  Todo fiero animal por ti vestido<br>Va diverso en color d' el vano velo:<br>Todo volante género atrevido,<br>Que el ayre y niebla hiende en presto vuelo:<br>Los que cortan el mar, y el que tendido<br>Su cuerpo arrastra en el materno suelo:<br>De ti , mi inculto ingenio, enfermo v poco,<br>
Fuerzas alcance: yo á ti solo invoco.
  Un mundo en breve forma reducido,<br>Propio retrato de la mente eterna,<br>Hizo Dios, qu' es el hombre, ya escogido<br>Morador de su regia serhpiterna;<br>Y l' aura simple de inmortal sentido<br>Inspiró dentro en la mansion interna;<br>Que la exterior parte avive y mueva<br>
los miembros frios de la imagen nueva.
Vistiólo de una ropa que compuso<br>
En extremo bien hecha y ajustada,<br>
De un color hermosísimo, confuso,<br>
Que entre blanco se muestre colorada.<br>
Como si alguno entre azucenas puso<br>
La rosa, en bella confusion mezclada;<br>
(I) La limpia tez con la sidonia tinta<br>
   Vistiólo de una ropa que compuso En extremo bien hecha y ajustada, De un color hermosísimo, confuso, Que entre blanco se muestre colorada. Como si alguno entre azucenas puso La rosa, en bella confusion mezclada; (I) La limpia tez con la sidonia tinta   (II) Primero romperás lo menos duro<br>Dest' arte, poco á poco conquistando:<br>Procura un orden, por el cual seguro<br>Por sus términos vayas caminando.<br>Comienza de un perfil sencillo y puro<br>Por los ojos y partes figurando<br>La faz. Ni me desplugo deste modo<br>
Un tiempo linear el cuerpo todo.
  Un día y otro día, y el contino<br>Trabajo hace prático y despierto;<br>Y después que tendrás seguro el tino<br>Con el estilo firme y pulso cierto<br>No cures atajar luengo camino,<br>Ni por allí te engañe cerca el puerto<br>Vedan que el deseado fin consigas<br>
Pereza y confianzas enemigas.
  Así la universal naturaleza<br>Cuantos produce al esplendor del cielo<br>No primero los arma de firmeza,<br>Ni con osado pie huellan el suelo,<br>Qu’ el sabor de la leche y la terneza<br>Funde y condensa del corpóreo velo,<br>Y como va creciendo el alimento<br>
Refuerza con igual mantenimiento.
 
 
(I) Aquí faltan Versos.
(II) Principios.
  Hasta que ya crecida, llega al punto<br>Adulta edad, de mas perfeto estado:<br>El sustento dispone y dalo junto<br>Al cuerpo y al vigor acomodado:<br>No quieras adornar mas tu trasunto<br>De lo que conviniere al primer grado,<br>Que Quanto, mas en él te detuvieres,<br>
Irás mas pronto al otro á que subieres.
  Ya que l’aura segunda de la suerte<br>Descubre en tu favor felice agüero,<br>No puede segun esto sucederte<br>¡Menos el resto que el sudor primero;<br>Porende con ahinco anteponerte<br>Pretende entre los otros delantero,<br>Llevando siempre, y vencerás, por guia<br>
La libre obstinacion de tu porfia.
  La elegancia y la suerte gracïosa<br>Con qu’ el diseño sube al sumo grado (I)<br>No pienses descubrirla en otra cosa,<br>Aunque industria acrecientes y cuidado,<br>Qu' en aquella excelente obra espantosa, (II)<br>Mayor de,cuantas se han jamas pintado,<br>Que hizo el Buonarota de su mano<br>
Divina en el Etrusco Vaticano.
 
 
(I) dibuxo.
 
(II) el juicio final de Miguel Ánguel.
  Cual nuevo Prometeo en alto vuelo<br>Alzándose, extendió las alas tanto,<br>Que puesto encima el estrellado cielo<br>Una parte alcanzó del fuego santo;<br>Con que tornando enriquecido al suelo,<br>Con nueva maravilla y nuevo espanto,<br>Dió vida con eternos resplandores<br>
Á mármoles, á bronces, á colores.
    Era perpetua noche y sombra oscura<br>La ignorancia, que tanto ocupa y tiene,<br>Quando con llama relumbrante y pura<br>Esta luz clara se aparece y viene:<br>Vistióse de vista hermosura<br>(I) El siglo inculto y rudo, á quien conviene<br>Con título vencer debido y justo<br>
La fortuna eda del gran Augusto
(I) El tiempo de Carlos V.
 (I) EL tiempo de Carlos V.   ¡Ó mas que mortal hombre, ángel divino!<br>¿Ó qual te nombraré? No humano cierto<br>Es tu ser, que del cerco impíreo vino<br>Al estilo y pincel, vida y concierto.<br>Tú mostraste a los hombres el camino<br>Por mil edades escondido, incierto<br>De la reyna virtud: á ti se debe<br>
(I) Honra, que en cierto día el sol remueve.
 
 
(I) Faltan aquí muchas octavas.
  (I) Sera entre todos el pincel primero<br> EN En su cañón atado y recogido<br>Del blaco pelo del silvestre vero<br>(El bélgico es mejor y en mas tenido):<br>(II) Sedas el jabalí cerdoso y fiero<br>Parejas ha de dar el mas crecido:<br>Será grande o mayor, segun que fuere<br>
Formado a la ocasión que se ofreciere.
 
 
(I) Pinceles.
 
(II) Brochas.
    (I) Un junco, que tendrá ligero y firme<br>Entre dos cielos la sinestra mano<br>Dó el pulso incierto en el pintar se afirme,<br> y Y el teñido pincel vacile en vano:<br>De aquellos que cargó de Tierra-firme<br>Entre oro y perlas navegante ufano<br>
(II) De évano ó de marfil, asta que se entre
 
Por el cañón, hasta que el pelo encuentre.
 
 
(I) Tiento.
 
(II) Atlas de los pinceles.
   Demas de un tabloncillo relumbrante (I)<br>Del árbol bello de la tierna pera,<br>Ó de aquel otro, que del triste amante<br>Imitare el color en su madera:<br>Abierto por la parte de delante,<br>Dó salgas el grueso dedo por defuera:<br>En el asentarás por sus tenores<br>
La variedad y mezcla de colores.
 
 
(I) Tablilla.
  Un pórfido quadro, llano y liso (I),<br>Tal que en su tez te mires limpia y clara,<br>Donde podrás con no pequeño aviso<br>Trillarlos en sutil mistura y rara:<br>De tres piernas la máquina de aliso (II)<br>De una a otra poco más que vara,<br>Las clavijas pondrás en sus encaxes,<br>
Donde á tu mano el quadro alces o bajxes.
 
 
(I) Losa.
 
(II) caballete.
  De macizo nogal sazonado (I)<br>Derecha regla que el peril quadra:<br>Tendrás tambien de acero bien labrado (II)<br>(No faltará ocasion) la justa escuadra,<br>y el compas de redondo fiel travado (III)<br>Á quien el propio nombre al justo quadra,<br>Que abriéndose o cerrando no se asienta<br>
El salto donde el paso mas se aumenta
 
 
(I) Regla.
 
(II) Esquadra.
(III) Compás.
(III) Compas.   De mas de esto un cuchillo acomodado (I)<br>De sus perdidos filos ya desnudo,<br>Que encorpore el color; y otro delgado<br>Que corte sin sentir fino y agudo (II)<br>Los despojos del páxaro sagrado,<br>Cuya voz oportuna tanto pudo<br>De la tarpea roca en la defensa,<br>Quando tenerla el fiero gallo Gallo piensa.  
(I) Cuchillo para templar colores.
 
(II) Oreo agudo.
      Sea argentada concha, dó el tesoro<br>(I) Creció del mar en el extremo sonó,<br>La que guarde el carmín y guardé el oro<br>El verde, el blanco y el azul sereno:<br>Un ancho vaso de metal sonoro<br>De frescas ondas transparentes lleno,<br>Dó molidos á ólio en blando frio<br>
Del calor los defienda y del estío.
 
 
(I) Colores en sus conchas dentro y fuera del agua.
 
 
 
 
 
(II) Una ampolla de vidrio cristalina,