Abrir menú principal
Hernando Sturmio
normal
Especialidad pintor
Cronología XVI
Ciudad de trabajo [[Especial:Browse/:Sevilla [Andalucía]|Sevilla [Andalucía]]] La propiedad «Ciudad de trabajo» (como tipo de página) con el valor de entrada «Sevilla [Andalucía» contiene caracteres inválidos o está incompleto, por lo que puede causar resultados inesperados durante una consulta o proceso de anotación.
Ubicación en el diccionario Tomo 4, Página 395, Letra S, Grupo ST

Sturmio (Hernando) pintor y natural de Ziriczea. Residió en Sevilla a mediados del siglo XVI, y pintó las tablas del altar de los Evangelistas o de los Santillanes, que está en una de las capillas del lado del evangelio en la santa iglesia de aquella ciudad. Representan las del medio a san Gregorio en el primer cuerpo diciendo misa, y en el segundo la resurrección del Señor [ Cristo ], y las de los lados los cuatros evangelistas [ san Mateo, san Marcos, san Lucas y san Juan ]: figuras todas enteras y del tamaño del natural, que tienen buenas formas, nobleza de caracteres y tintas rojas. Las hay de medio cuerpo en el sotabanco de varios santos y santas; y junto las de santa Justa y santa Rufina está la firma del autor, que dice: Hernandus Sturmiuis Ziriezcensís faciebat 1555.


Consta en el archivo de esta catedral lo pagado a Esturme y a Andrés Morín el año de 1554 por la tasación que hicieron de las dos partes del retablo del sagrario antiguo, que habían pintado Antonio de Arfian y Antonio Ruiz; y parece que no debe haber duda en que este Esturme es el mismo Hernando Sturmio de quien se trata (I). Archivo de la Catedral de Sevilla.


(I). Aunque la firma de Sturmio asegura que dichas tablas son de su mano, jamás se ha creído que las hubiese pintado en Sevilla, sino fuera del reino, porque además de que su estilo en nada se parece al de otros pintores, que trabajaban entonces en aquella ciudad, se conservaba en ella tradición de haberlas pintado en Italia, por lo que se había abstenido el autor de este diccionario de formarle artículo. Pero el citado documento, hallado después en el archivo de aquella catedral, no deja duda de que Sturmio pintó las tablas en Sevilla donde residía en aquella época.


Esto prueba que no están de más en el diccionario, ni que se pusieron para meternos de contrabando los articulos de aquellos profesores, de quienes no consta más que el haber tasado las obras de otros; pues cuando se encuentren las que hayan trabajado tales tasadores, de cuya existencia, pueblo y año en que vivieron se da ahora razón, se verá el valor que tenia la decisión de sus pareceres para el pago de las obras tasadas, y se comprobarán su mérito y conocimientos en el arte.


Y como uno de los fines que se han tenido en esta obra haya sido echar los cimientos para que otra pluma más diestra que la de su autor pueda escribir la historia de las bellas artes en España, como se manifestó ea el prólogo, se creyeron necesarias y no inútiles, todas las noticias que se han encontrado: sin el pueril ánimo de ostentar demariado erudición, como dice con otras personalidades y sobrado acaloramiento el redactor del Mercurio de junio de este año, que se deben sentir, tanto por lo que le dañan, cuanto por el concepto que merece un periódico tan autorizado. Este respeto, y el que también merece el ilustre, artístico y real cuerpo que ha exáminado, aprobado y publicado este diccionario, eximen al autor de entrar en contestaciones fastidiosas con un sujeto a quien estima por su mérito literario, por su virtud y por su aplicación.

(Tomo IV, pp. 395-397)