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En la catedral de Sevilla no hay más que un [[oratorio_-_Morales,_Luis|''oratorio'']] de su mano, por lo que no puede ser cierto lo que dice Palomino de haber dejado algunas tablas en las antiguas capillas de esta santa iglesia [ catedral ], además de que ya no existían estas capillas en tiempo de Morales, y las [[pinturas_(tablas)_-_Morales,_Luis|''pinturas [ tablas ]'']] trasladadas de ellas a las modernas son de otros profesores del siglo XV.
Se dice que cuando Felipe II trataba anticipadamente de adornar el templo y monasterio que entonces se construía en el Escorial, llamó a Morales, a quien parece conocía de antemano, para que pintase algún cuadro, y que por haberse presentado con excesivo fausto, mandó que se le diese una ayuda de costa, y se volviese á su país. Pintó entonces la [[tabla_de_la_calle_de_la_Amargura_la_calle_de_la_Amargura_-_Morales,_Luis|''tabla de la calle de la Amargura'']], que existe en la iglesia de san Jerónimo de Madrid, donde dispuso el rey se colocase, y no en el Escorial.
Restituido a Badajoz, con el sentimiento, que es natural, comenzó a decaer en su fortuna y a tener, poco que trabajar, de modo que llegó a estar pobre, originado también de haber perdido algún tanto la vista y el pulso, tan necesarios a la manera que tenia de pintar. En este miserable estado le halló mismo Felipe II en aquella ciudad el año de 1581, cuando volvía de Lisboa de apaciguar y de tomar posesión de Portugal, y compadecido le dijo: ''Muy viejo estáis, Morales. Sí señor'', le respondió, ''y muy pobre''; y entonces le señaló una pensión de 300 ducados, que disfrutó solos cinco años, pues falleció en Badajoz el de 1586.