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Ya dijimos en el artículo de don Felipe de Castro, que se embarcó Preciado con él en Cádiz para Roma el año de 1733: le animaron a emprender este viaje las persuasiones de don Francisco Vieira, pintor de cámara del rey de Portugal, que acababa de llegar de aquella capital a Sevilla el deseo de conseguir alguna renta eclesiástica y adelantar en su profesión.
Establecido en Roma siguió sus estudios bajo la dirección de Sebastián Conca, pintor muy acreditado [ [[Matrimonio_entre_Alejandro_y_Roxana_-_Preciado_de_la_Vega,_Francisco|''Matrimonio entre Alejandro y Roxana'']] ]. Estuvo siete años manteniéndose a sus expensas hasta que Felipe V le concedió una pensión de 500 ducados el año de 40, enterado de su aplicación, de los progresos que hacía y de haber obtenido el [[primer_premio_el_año_anterior_en_la_academia_de_San_Lucas_-_Preciado_de_la_Vega,_Francisco|''primer premio el año anterior en la academia de San Lucas'']]. Con este auxilio dobló su aplicación y envió frecuentes pruebas [ [[Sagrada_Familia_con_Santa_Ana_y_san_Juanito_-_Preciado_de_la_Vega,_Francisco|''alegoría de la Paz'']], [[Santiago_en_Gloria_-_Preciado_de_la_Vega,_Francisco|''Santiago en Gloria'']], ] de sus progresos al ministerio de Estado y repetidas cartas sobre la necesidad de establecer en Madrid una academia de las tres nobles artes, que contribuyeron también al establecimiento de la de San Fernando, y este instituto le compensó sus buenos oficios, nombrándole su individuo de mérito en 1753, y en 58 director de los pensionados que enviaba a Roma con el sueldo anual de 600 ducados.
Condecorado con este encargo era estimado como uno de los primeros profesores de aquella corte. La academia de San Lucas le eligió su secretario en 62, que desempeñó hasta 66, en el que fue ascendido a la plaza de príncipe de aquel cuerpo. Concluido el tiempo de su gobierno en 70, volvió a ser su secretario en 77. Fue príncipe segunda vez por tres años y fue nombrado consiliario en 8; y por último secretario, en cuyo empleo falleció el día 10 de julio de 1789. Fue enterrado en la iglesia de Santa Susana, en el que le levantó una memoria sepulcral el excelentísimo señor don Antonio Despuig, entonces auditor de Rota en aquella capital.