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Sin embargo de haber llegado, nuestro don Francisco a un grado de mérito en las tintas y colorido, al que pocos de los pintores españoles rayaron, se desdeñaba de serlo, y preferia ser letrado en la carrerra de varas que obtuvo en diferentes pueblos. La extravagancia de su genio no le dejaba acabar el tiempo de su judicatura: se restituía a Madrid a pretender de nuevo, y miéntras estaba en la corte pintaba en secreto para mantenerse y atender a sus solicitudes.
Cansado de pretender, y mucho más la cámara de consultarle, se volvió a Sevilla a ejercer la abogacía, que alternaba con la pintura; y entónces pintó tantos cuadros pequeños de la sagrada escritura [ [[Adoración_de_los_Reyes_-_Antolínez_y_Sarabia,_Francisco|''Adoración de los Reyes'']], ], [[Antolínez_y_Sarabia,_Francisco|''san Elías'']]] y de la vida de la Virgen [ [[Desposorios_-_Antolínez_y_Sarabia,_Francisco|''Desposorios'']], ], como hay en poder de los aficionados. Habiendo enviudado tornó a Madrid en hábito clerical con la pretension de ordenarse de sacerdote, lo que no pudo conseguir, y en esta solicitud falleció el año de 1700 en la corte, y fue enterrado en la iglesia de San Millán [ anexo de la parroquia de los santos Justo y Pastor en la calle de Toledo ].
''Academia de Sevilla, Palomino.''