Rovira y Meri, Vicente Hipólito

De Diccionario Interactivo Ceán Bermúdez
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Rovira y Meri, Vicente Hipólito
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Especialidad Pintor,Grabador de láminas o en dulce
Nacimiento 1695 Valencia (Comunidad Valenciana)
Fallecimiento 1765 Valencia (Comunidad Valenciana)
Cronología XVII-XVIII
Ciudad de trabajo Madrid, Roma (Italia), Valladolid (Castilla y León)
Ubicación en el diccionario Tomo 4, Página 251, Letra Letra R, Grupo Grupo RO
Referencia bibliográfica *P. García Sepúlveda, "Real Academia de la Historia D.B-e", en Vicente Hipólito Rovira y Meri. Accesible en: https://dbe.rah.es/biografias/5239/vicente-hipolito-rovira-y-meri (consultado en 27/04/2022)


Rovira y Brocandel (don Hipólito) pintor y grabador. Nació en la ciudad de Valencia el día 13 de agosto de 1693, y fue bautizado en la parroquia de san Esteban. No sabemos quien haya sido su maestro, bien que asistió a la academia de Evaristo Muñoz, y con su gran genio y extraordinaria aplicación llegó a grabar láminas con limpieza y corrección, sin otro auxilio que el simple estudio y observación de las estampas. Cuando tenia solos veintiún años de edad don Antonio Palomino le encargó le grabase la portada del primer tomo de su Museo pictórico, para lo que le remitió el dibujo que él mismo había hecho. Pero como Hipólito hubiese hallado cierto descuido en la pierna de la figura que representa a la geometría, le enmendó y se le devolvió, escribiéndole con modestia y urbanidad su atrevimiento, pidiéndole perdón, y que si mereciese su aprobación se lo volviese para grabarle. Palomino tuvo que confesar su defecto, y Rovira grabó la lamina; mas para no exponerse a ser corregido otra vez por este joven, dispuso que su sobrino don Juan Bernabé Palomino grabase las demás laminas del Museo. De manera que este pasaje fue la causa de que el sobrino se aplicase con más ahínco a esta profesión, y de que España lograse tener un buen grabador.

Seguía Hipólito en Valencia haciendo cada día mayores progresos; y a fin de llegara la perfección de su carrera partió a Roma a los treinta años de edad. Habiendo logrado entrada a todas horas en los palacios, templos y galerías, se entregó tan furiosamente al estudio del antiguo y de las obras de los modernos, que pasaba los días enteros sin otro alimento que pan y agua y las noches sin desnudarse, engolfado en aquellas grandes obras, de las que decía que no había visto alguna de su gusto que no hubiese copiado. Entonces fue cuando copió de claro oscuro la galería del palacio Farnesio a escondidas, a deshoras y con la mayor incomodidad; pero con tal exactitud que mereció el elogio y la adración de los profesores e inteligentes de aquella capital, particularmente de Sebastián Conca, que decía que ni el mismo Aníbal Caracci la podría copiar mejor.

La vigilia, la falta de alimento, las incomodidades y el demasiado entusiasmo con que trabajaba debilitaron sus fuerzas y su cabeza, y por consiguiente vino a ser cada día menos su habilidad y la exactitud de ojo: de manera que cuando volvió de Roma hacia menos que cuando salió de Valencia. Vino a Madrid a la sazón que se hallaba en la corte el padre fray Vicente Ripoll, general de los dominicos, a quien había retratado en Roma antes de su trastorno; y corno la reina dona Isabel Farnesio desease un retrato exacto de Luis I, el general celebró mucho la habilidad de Rovira, y presentó a la reina su retrato [ padre fray Vicente Ripoll ] y el del cardenal Cienfuegos, que también había pintado en aquella capital. Agradaron mucho a S. M. y se dio orden para que retratase al príncipe. Concurrió Hipólito a la hora señalada: preparó sus pinceles y colores: puso la actitud, trazó los contornos y bosquejó el cuadro con el mayor acierto y con aprobación de los que estafan presentes; pero acometido de su accidente o desordenada fantasía, metió cuatro parchazos de color, con los que borró todo lo hecho, sin poder formar cosa alguna con concierto, de manera que tuvo que salir huyendo de Madrid. Llegó a Valencia roto, exhausto y macilento, y el marqués de Dos Aguas le recogió en su casa, señalándole cuarto y ración. Entonces emprendió algunas obras, pero de todas salió como del retrato de Luis I; y aunque acabó al fresco el techo del camarín de san Luis Bertrán y otras [ obras ], manifiestan el trastorno de su cabeza. Habiendo sabido que don Corrado Guiacuinto había llegado a Madrid a ser primer pintor de Fernando el VI, movido de la estrecha amistad con que se habían tratado en Roma, salió de casa, y como si pasase a la de enfrente, se vino poco a poca la corte, sin prevención alguna para el camino. Abrazó a su amigo, y sin despedirse se volvió a Valencia inmediatamente y en el mismo tono.

Después de algún tiempo emprendió otro viaje a Madrid; pero no habiendo podido pasar de Fuente la Higuera por su debilidad, regresó a Valencia por San Felipe, donde hubo de hallarle flaco derrotado un amigo suyo, que le condujo a Valencia. Viendo el Marqués, su protector, que no podía estar en su casa con la seguridad y asistencia necesarias, dispuso ponerle en la casa de Misericordia, dándole todo lo preciso; pero habiéndose agravado en su dolencia, fue necesario trasladarle al hospital general, en el que falleció el día 6 de noviembre de 1765. Sus obras de pintura están en Valencia y las públicas que conocemos son estas:

Santo Domingo.

-El techo al fresco del camarín de san Luis Bertrán.

San Bartolomé

-El retrato de don Félix Gastón, cura de esta parroquia, en la sacristía.

Son más y mejores las de grabado a buril, a saber: la citada portadadel primer tomo del Museo pictórico de Palomino el año de 1715. La estampa de san Juan Francisco de Reggis que grabo con motivo de su canonización: una de san Francisco de Borja: las de san Miguel, santa Bárbara y de nuestra señora [ Virgen ]de Lluch, que se venera en el convento del Pilar; y en medio pliego la [inmaculada] Concepción de Joanes que esta en la casa profesa de Valencia: un retrato del venerable padre Domingo Anadón, dominico, por dibujo de Apolinario Larraga: las estampas de san Félix de Cantalicio, san Juan Perusia, san Pedro de Sasoferrato, y dos de san Antonio Abad: la que representa a los santos hermanos Bernardo, María y Gracia, mártires de la villa de Alcira; y el retrato de medio cuerpo del Beato don Juan de Ribera en 1706.


TOMO VI,SUPLEMENTO


Rovira Brocandel (don Hipólito) pintor y grabador de láminas. Estando en Roma y en su sano juicio (de que adolecía como hemos dicho en su artículo) pintó un lienzo que existe en la parroquia de San Esteban de Valladolid, antes iglesia de los jesuitas. Representa la medalla de san Juan Francisco de Reggis, que ejecutó en mármol en Roma Rusconi [ medalla de san Juan Francisco de Reggis ] para el noviciado de los referidos regulares en Madrid, ahora iglesia de los padres del salvador [ en la calle ancha de San Bernardo ], donde permanece en su altar. Es de celebrar la exactitud con que la copió y la corrección de su dibujo.

Orellana.

(Tomo IV, pp. 251-255, Tomo VI, p.85)

Consulta <Rovira y Meri, Vicente Hipólito> en el libro[editar]

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