Abrir menú principal

Cambios

sin resumen de edición
En este último mandó el cabildo darle 11250 maravedís a cuenta de su salario en la obra de la reja principal, y mas adelante 200 ducados también á cuenta de la misma reja y de los pulpitos que principiaba á trabajar. Después de ajustadas cuentas se le señaló en el propio salario de 29200 maravedís anuales, tres cahíces de trigo y dos de cebada, mientras estuviese en Sevilla, y en cada un día de los que trabajare tres reales de plata, además de su salario. Siguen sus cuentas en 530 y 31, y en 33 pidió licencia fray Francisco al cabildo para volverse a su tierra, y acordó perdonarle lo que debía de la habitación que había ocupado: que concluyese lo que faltaba en la capilla mayor y en la de la Antigua: que se le continuase su salario y tres cahíces más de trigo al año, y si le acomodasen en lugar de ellos 5000 maravedís, lo que determinare se escribiese en el libro de los autos capitulares.
Esta sencilla narración nos da una idea del aprecio que hacia aquel ilustre cuerpo de nuestro Salamanca; y del que debemos dar a su mérito y buen gusto lo dirá una ligera descripción de la [[reja_-_Salamanca_, Francisco||''reja'']] y [[púlpitos_-_Salamanca_,Francisco||''púlpitos'']] que ejecutó.
Son de hierro, y la reja (acaso la mayor que se conoce en ninguna otra iglesia de España) consta de dos cuerpos elegantemente distribuidos. El primero tiene seis columnas con sus capiteles corintios sobre su zócalo o pedestal, adornadas con relieves: en medio de las dos del centro está la gran puerta, dividida en dos hojas: el friso del cornisamento es riquísimo, con graciosos ornatos resaltados y entretejidos con ángeles de buena forma, y tiene en el medio un círculo con el busto de perfil del Salvador. Sigue el segundo cuerpo con igual número de columnas, y hay en su friso varios adornos con relieves y cinco profetas de medio cuerpo, siendo el del medio David con el harpa. Y remata toda la obra con candelabros, flamas y otros adornos delicados, una medalla en el medio, que representa el entierro de Cristo, y encima una cruz grande y lisa.