Villacis Arias, Nicolás de
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Fallecimiento | 1690 Murcia |
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Ubicación en el diccionario | Tomo 5, Página 243, Letra [[Letra::V]], Grupo VI |
Villacis (don Nicolás de) pintor, natural de Murcia e hijo de don Nicolás Antonio Villacís y de doña Juana Juana Martínez Arias, ambos de ricas e ilustres familias. Arrastrado de un inclinación extraordinaria a la pintura, comenzó por entretenimiento a dibujar y trastear con los colores en casa de un pintor mediano de aquella ciudad; y viendo los padres el particular talento que descubría en la pintura, le enviaron a Madrid a la escuela de don Diego Velázquez, pintor de cámara y el más acreditado de los que había entonces en el reino. Los progresos correspondieron a su gran genio, a su aplicación y a las lecciones de tan gran maestro; pero deseoso de mayor perfección pasó a Roma y sacó todo el fruto que deseaba en algunos años que permaneció en aquella capital.
En vez de volver a la corte cuando regresó a España, para ser el sucesor de Velazquez, se retiró a su patria a gozar de las rentas de su mayorazgo, el trato con los amigos y a pintar por diversión y entretenimiento con su gran habilidad; y aunque su maestro le llamó a Madrid, ofreciéndole la plaza de pintor del rey, prefirió la tranquilidad de su casa a todos los honores que le resultarían de vivir en la corte. Don Antonio Palomino dice que en su tiempo se conservaba en Murcia la correspondencia artística que había tenido con Velázquez, y aunque hemos hecho las más vivas diligencias por descubrirla, no lo hemos podido lograr, asegurándonos que estaría en Milán en poder de unas sobrinas suyas que habrá unos treinta años enviaron un apoderado a recoger la herencia y los papeles.
Como Villacis era rico, pintaba poco para el público, por lo que no se conservan en Murcia muchas obras de su mano en esta clase. Pintó no obstante al fresco la capilla mayor del convento de la Trinidad, fingiendo el retablo principal con buena arquitectura, puesta con toda la inteligencia en perspectiva; y en medio representó el misterio titular [ la Trinidad ]. Trató de seguir pintando toda la iglesia en este género, pero habiendo fallecido al medio de la obra, no pudo concluir sino la parte del lado del evangelio. Figuró en el un trozo de arquitectura con cuatro pasajes de la vida de san Blas: en la parte baja sobre repisas varios reyes de España en actitudes gallardas, y algunas virtudes entre las columnas; y en la alta una galería con balaustres, retratando en ella al conde del Valle de San Juan, don Antonio de Roda, patrono de la iglesia, don Juan Galtero, su amigo y otros caballeros de su tiempo, todo con espíritu, corrección y buen gusto: la lástima es que principia a deteriorarse con la humedad.
Pintó también para el convento de Santo Domingo, un san Lorenzo en la capilla de nuestra señora [ virgen ] del Rosario, un san Luis Beltrán, que ya no está en la escalera principal para donde fue pintado, y dejó bosquejado en la librería un san Alberto, en cuyo lienzo se descubre por una ventana el primer cuerpo de la torre la catedral de aquella ciudad [ Murcia ], donde falleció el año de 1690. se ve en estas obras la afición que tenía a la arquitectura y a la perspectiva y la inteligencia con que las poseía.
Noticias de Murcia, Palomino.
(Tomo V, pp.243- 245)