Holanda, Francisco de
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Ubicación en el diccionario | Tomo 2, Página 293, Letra [[Letra::H]], Grupo HO |
Holanda (Francisco de) iluminador y arquitecto portugués, natural de Lisboa, hijo y discípulo de Antonio de Holanda. Le enseñó a miniar de blanco y negro y después a modelar en barro; y hubo de ser tal su aplicación y progresos que fue el primero que en aquel país dibujaba a la pluma sin perfil. Enseñó el diseño a los infantes de Portugal, y estando en Évora minó con puntos y de blanco y negro una anunciación de [ la Virgen ] nuestra Señora y la venida del Espíritu santo para un breviario del rey don Juan el III; y es de advertir que no había visto a ninguno iluminar a puntos hasta que lo vió hacer despues en Roma a don Julio Clovio inventor allí de este modo de pintar, como lo fue Holanda en Portugal al mismo tiempo.
Enviole a Italia el rey don Juan, donde estudió mucho por el antiguo: tuvo estrecha amistas con Miguel Ángel Buonarroti, con don Julio Clovio y con otros profesores de gran nombre, y fué estimado de los primeros personajes de la corte de Roma en el pontificado de Paulo III Dice él hablando de las preciosidades de aquella capital: ¿Que pintura de estuque ó grutesco se descubre por estas grutas y antiguallas, ansi de Roma, como de Puzol y de Bayas, que no se hallen lo mas escogido y mas raro de ellas por mis quadernos rasguñadas? Y ansi no sabia yo cosa ni an
tigua ni moderna de la pintura o de la escultura o de la arquitectura, de que no tomase algun acuerdo de lo mejor de ella."
Volvió muy aprovechado a Portugal por Monserrat en Cataluña, y por Sevilla, viviendo todavía su protector, quien le encargó las iluminaciones de los libros del coro del real convento de Tomar en aquel reino y otras cosas de gran estimación; y me parece que ha de haber algun otro retrato de su mano en la biblioteca del monasterio del Escorial. Estuvo en el de Guadalupe, y fue en compañía del infante don Luis de Portugal a visitar el cuerpo de Santiago en Galicia. A la vuelta se detuvo ocho dias en casa de Blas Perea, sabio pintor y arquitecto, que residía
no sé en que pueblo de España; y de las conversaciones que hubo entre los dos sobre las bellas artes compuso Holanda unos diálogos acerca del sacar del natural, o retratar, que están llenos de buena doctrina y de mucha erudición. Andan en el libro de la Pintura Antigua que escribió en portugués luego que volvió de Italia, viviendo todavía Buonaroti.
Tradújole al castellano el año de 1563 Manuel Denis, pintor portugués, en vida de Holanda, pero criado desde niño en España. La Real academia de San Fernando conserva en su biblioteca pública esta traducción original, que fue de don Felipe de Castro.
Consta esta obra de dos libros o tratados: el primero contiene cuarenta y cuatro capítulos sobre los preceptos del arte de la pintura, que Holanda demostró con diseños, y el segundo se subdiv¡de en quatro partes, que son otros tantos diálogos a cerca de las excelencias de las bellas artes con mucha erudición de los antiguos griegos y de las antigüedades que hay en Italia. Son los interlocutores el mismo Francisco de Holanda, Miguel Ángel, Micer Ambrosio, Lactancio Tolomeo, su gran amigo, la señora Victoria Colonia, marquesa viuda de Pescara, el caballero Zapata, don Julio Clovio y otros profesores y aficionados, muy inteligentes; y según las circunstancias y verosimilitud de las cosas, parece que están formados sobre verdaderas conversaciones que pudieron haber pasado entre estos sujetos en
casa de la marquesa, donde concurría mucho con familiaridad Buonaroti y en casa de Clovio. Sigue luego una tabla de los famosos artistas modernos, italianos y españoles, a quienes llama Águilas, y concluye con el otro diálogo ya digo sobre el sacar por el natural. Hay también tres prólogos al principio de cada libro y de este último diálogo, hablando con el rey don Juan, a quien está dedicada la obra. En fin es la mejor que tenemos en nuestro idioma, y acaso excederá a las que hay en otros sobre la materia, por lo que debiera imprimirse para instrucción y adelantamiento de todos los que siguen las bellas artes.
No solamente fueron éstas el objeto de los conocimientos de Holanda, pues compuso en diverso género de metro dos preciosas obritas que intituló: Louvores eternos, dedicada a su ángel custodio, y finalizada en 22 de noviembre de 1569, y Amor da Aurora, Idades do Homem, adornadas con consideraciones devotas y preciosas iluminaciones. Y otro tratado sobre un acueducto que llamó, Fábrica que fallece á cidade de Lisboa, que es un manuscrito curiosísimo por las noticias históricas e instructivas de las antigüedades.
Su libro “ De la Pintura Antigua”, Biblioteca Lusitana de Barbos. y el Suplemento de la Misma Biblioteca.
(Tomo II, pp. 293-296)