Diferencia entre revisiones de «Ana de Austria - Anguisciola (Anguissola), Sofonisba»

De Diccionario Interactivo Ceán Bermúdez
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'''Observaciones:''' ste retrato de Ana de Austria se creyó durante mucho tiempo obra del taller de Alonso Sánchez Coello, por entonces, el artista más destacado en el género del retrato en la corte española. La representación de la reina sigue la tradicional austeridad y aparente simplicidad de los Austrias, en una visualización de la contención y frialdad dinástica. Viste una saya negra sobre la que destaca por su color blanco la fina manteleta y el alto cuello de lechuguilla. Un tocado de hilo rizado del mismo color cubre parcialmente la cabeza, dejando ver parte del cabello rubio. Completa la indumentaria unos guantes de piel colocados sobre ambas manos, un detalle ciertamente curioso porque habitualmente, en los retratos de corte, solo aparecía enguantada una de las manos. Ana de Austria apoya la mano izquierda en un frailero del que sólo vemos parte del respaldo. El fondo es igualmente muy sencillo: un color agrisado sobre base rojiza, matizado por un sombreado que da profundidad y hace destacarse del fondo a la retratada.
 
'''Observaciones:''' ste retrato de Ana de Austria se creyó durante mucho tiempo obra del taller de Alonso Sánchez Coello, por entonces, el artista más destacado en el género del retrato en la corte española. La representación de la reina sigue la tradicional austeridad y aparente simplicidad de los Austrias, en una visualización de la contención y frialdad dinástica. Viste una saya negra sobre la que destaca por su color blanco la fina manteleta y el alto cuello de lechuguilla. Un tocado de hilo rizado del mismo color cubre parcialmente la cabeza, dejando ver parte del cabello rubio. Completa la indumentaria unos guantes de piel colocados sobre ambas manos, un detalle ciertamente curioso porque habitualmente, en los retratos de corte, solo aparecía enguantada una de las manos. Ana de Austria apoya la mano izquierda en un frailero del que sólo vemos parte del respaldo. El fondo es igualmente muy sencillo: un color agrisado sobre base rojiza, matizado por un sombreado que da profundidad y hace destacarse del fondo a la retratada.
  
 
Pese a las similitudes compositivas y simbólicas con los retratos de Sánchez Cuello, la obra se desliga estilísticamente de la producción del artista luso-valenciano. La suavidad en el modelado, la iluminación más difusa y la construcción pictórica, con una pincelada muy sutil y menuda, difuminada por delicados frotados, han llevado a atribuir la obra a Sofonisba Anguissola, quien sin duda hubo de realizar este retrato en los meses previos de su regreso a Italia en 1573. Por esas fechas, la reina se hallaba embarazada del segundo de sus hijos, el infante Carlos Lorenzo; éste nacería en agosto de ese año. Se piensa que la indumentaria de Ana de Austria, normalmente retratada con vistosos trajes de corte, se corresponde con las jornadas luctuosas que a lo largo de ese año se vivieron en la familia real, cuando el rey comenzó a trasladar los difuntos de la familia al Monasterio de El Escorial. De hecho, a principios de julio, los cuerpos de Isabel de Valois y del príncipe don Carlos se instalaron en la cripta del recinto monástica. En todo caso, la apariencia de la reina Ana se entronca directamente con uno de los modelos femeninos que, por entonces, tuvo más predicamento en la corte: el de doña Juana de Portugal, hermana de Felipe y acompañante asidua de la reina hasta la muerte de la princesa en ese mismo año de 1573. Las similitudes de este retrato y los de doña Juana de los años 1557 y 1559 (véase por ejemplo el ejemplar del Museo de Bellas Artes de Bilbao, de Alonso Sánchez Coello), pone de manifiesto el peso de la tradición en este tipo de imágenes. El retrato acabaría por hacer pareja con el de Felipe II pintado por Sofonisba siete años antes, en 1565, una obra que la artista hubo de retocar y con el que, tanto por medidas, composición y disposición de la figura, se relaciona, en una manera que sigue igualmente la tradición española para la representación de las parejas reales: retratos autónomos que, colgados próximos, se complementan. Además de estas dos telas, la pintora de Cremona llevó a cabo otros dos retratos familiares, los de las dos hijas del rey, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela (Turín, Galeria Sabauda, y Londres, Galería Rafael Valls).
 
Pese a las similitudes compositivas y simbólicas con los retratos de Sánchez Cuello, la obra se desliga estilísticamente de la producción del artista luso-valenciano. La suavidad en el modelado, la iluminación más difusa y la construcción pictórica, con una pincelada muy sutil y menuda, difuminada por delicados frotados, han llevado a atribuir la obra a Sofonisba Anguissola, quien sin duda hubo de realizar este retrato en los meses previos de su regreso a Italia en 1573. Por esas fechas, la reina se hallaba embarazada del segundo de sus hijos, el infante Carlos Lorenzo; éste nacería en agosto de ese año. Se piensa que la indumentaria de Ana de Austria, normalmente retratada con vistosos trajes de corte, se corresponde con las jornadas luctuosas que a lo largo de ese año se vivieron en la familia real, cuando el rey comenzó a trasladar los difuntos de la familia al Monasterio de El Escorial. De hecho, a principios de julio, los cuerpos de Isabel de Valois y del príncipe don Carlos se instalaron en la cripta del recinto monástica. En todo caso, la apariencia de la reina Ana se entronca directamente con uno de los modelos femeninos que, por entonces, tuvo más predicamento en la corte: el de doña Juana de Portugal, hermana de Felipe y acompañante asidua de la reina hasta la muerte de la princesa en ese mismo año de 1573. Las similitudes de este retrato y los de doña Juana de los años 1557 y 1559 (véase por ejemplo el ejemplar del Museo de Bellas Artes de Bilbao, de Alonso Sánchez Coello), pone de manifiesto el peso de la tradición en este tipo de imágenes. El retrato acabaría por hacer pareja con el de Felipe II pintado por Sofonisba siete años antes, en 1565, una obra que la artista hubo de retocar y con el que, tanto por medidas, composición y disposición de la figura, se relaciona, en una manera que sigue igualmente la tradición española para la representación de las parejas reales: retratos autónomos que, colgados próximos, se complementan. Además de estas dos telas, la pintora de Cremona llevó a cabo otros dos retratos familiares, los de las dos hijas del rey, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela (Turín, Galeria Sabauda, y Londres, Galería Rafael Valls).
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Revisión del 18:00 7 sep 2022

Ana de Austria - Anguisciola (Anguissola), Sofonisba
Retrato de la reina Ana de Austria.jpg
normal
Autor Anguisciola (Anguissola), Sofonisba
Localización Museo del Prado Madrid P001284
Técnica Óleo sobre lienzo
Medidas : 86 X 67,5 cm
Cronología 1573



Observaciones: ste retrato de Ana de Austria se creyó durante mucho tiempo obra del taller de Alonso Sánchez Coello, por entonces, el artista más destacado en el género del retrato en la corte española. La representación de la reina sigue la tradicional austeridad y aparente simplicidad de los Austrias, en una visualización de la contención y frialdad dinástica. Viste una saya negra sobre la que destaca por su color blanco la fina manteleta y el alto cuello de lechuguilla. Un tocado de hilo rizado del mismo color cubre parcialmente la cabeza, dejando ver parte del cabello rubio. Completa la indumentaria unos guantes de piel colocados sobre ambas manos, un detalle ciertamente curioso porque habitualmente, en los retratos de corte, solo aparecía enguantada una de las manos. Ana de Austria apoya la mano izquierda en un frailero del que sólo vemos parte del respaldo. El fondo es igualmente muy sencillo: un color agrisado sobre base rojiza, matizado por un sombreado que da profundidad y hace destacarse del fondo a la retratada.

Pese a las similitudes compositivas y simbólicas con los retratos de Sánchez Cuello, la obra se desliga estilísticamente de la producción del artista luso-valenciano. La suavidad en el modelado, la iluminación más difusa y la construcción pictórica, con una pincelada muy sutil y menuda, difuminada por delicados frotados, han llevado a atribuir la obra a Sofonisba Anguissola, quien sin duda hubo de realizar este retrato en los meses previos de su regreso a Italia en 1573. Por esas fechas, la reina se hallaba embarazada del segundo de sus hijos, el infante Carlos Lorenzo; éste nacería en agosto de ese año. Se piensa que la indumentaria de Ana de Austria, normalmente retratada con vistosos trajes de corte, se corresponde con las jornadas luctuosas que a lo largo de ese año se vivieron en la familia real, cuando el rey comenzó a trasladar los difuntos de la familia al Monasterio de El Escorial. De hecho, a principios de julio, los cuerpos de Isabel de Valois y del príncipe don Carlos se instalaron en la cripta del recinto monástica. En todo caso, la apariencia de la reina Ana se entronca directamente con uno de los modelos femeninos que, por entonces, tuvo más predicamento en la corte: el de doña Juana de Portugal, hermana de Felipe y acompañante asidua de la reina hasta la muerte de la princesa en ese mismo año de 1573. Las similitudes de este retrato y los de doña Juana de los años 1557 y 1559 (véase por ejemplo el ejemplar del Museo de Bellas Artes de Bilbao, de Alonso Sánchez Coello), pone de manifiesto el peso de la tradición en este tipo de imágenes. El retrato acabaría por hacer pareja con el de Felipe II pintado por Sofonisba siete años antes, en 1565, una obra que la artista hubo de retocar y con el que, tanto por medidas, composición y disposición de la figura, se relaciona, en una manera que sigue igualmente la tradición española para la representación de las parejas reales: retratos autónomos que, colgados próximos, se complementan. Además de estas dos telas, la pintora de Cremona llevó a cabo otros dos retratos familiares, los de las dos hijas del rey, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela (Turín, Galeria Sabauda, y Londres, Galería Rafael Valls).