Cambios

|fecha_fallecimiento=

|lugar_fallecimiento=

|cronologia_ano_desde=

|cronologia_ano_hasta=

|imagen=

|tomo=2

|pagina=173

|grupo=GA

}}'''García Reinoso''' (Antonio) pintor y natural de la villa de Cabra en Andalucía. Estudió su profesión en Jaén con Sebastián Martínez, y antes del tiempo necesario se retiró a su patria a pintar por sí sólo. Y como no tuviere mucho que hacer en aquella villa, pasó a la ciudad de Andujar, que tampoco podía ocupar a un pintor, bien que Reinoso para poder vivir [[doraba|''doraba'']] y [[estofaba|''estofaba'']] a las mil maravillas los [[retablos|''retablos'']] y ropajes de los santos con adornos de hojas, follajes y otras cosas de mal gust, por lo creo haya sido quien introdujo esta secta en el reino. Por último se fijó en Córdoba, ciudad entoces de más conocimienos en las bellas artes, de más comercio y de más gusto ; pero también de más pintores y mejores que él. Por esta razón se dedicó a hacer [[trazas_y_dibujos|''trazas y dibujos'']] para los plateros y tallistas, difundiendo sus ridículos. caprichos en los retablos, en los [[muebles|''muebles'']] y en las [[alhajas|''alhajas'']] de oro y plata. Y aunque Palomino se empeñe en elogiarle por su invención, no la tuvo, ni puede tenerla quien obra por su antojo sin sujeción a reglas ni a preceptos. Es cierto que hacia muchos [[dibujos|''dibujos'']]; pero sin corrección y sin contar con el natural, y los hacía de varios colores, como las [[aleluyas__estampas|''aleluyas [ estampas ]'']] de las monjas o los [[juguetes|''juguetes'']] de los muchachos. Quien se ocupa en tales bagatelas ni puede ser buen pintor, ni grande arquitecto, como le llama su paisano Palomino. Fue pintor muy amanerado: estuvo muy distante de imitar a su maestro, y si se encuentra algún mérito en sus obras será en los [[países__paisajes|''países [ paisajes ]'']] y [[celajes__nubes|''celajes [ nubes ]'']] que pintaba con frescura y desembarazo. Falleció en Córdoba el año de 1677 a los cincuenta y cuatro de edad, y sus obras públicas son las siguientes:

(Tomo II, pp.173-175).