Edición de «Pérez de la Dehesa, Bartolomé»

'''Pérez''' (Bartolomé) pintor, yerno y discípulo de Juan de Arellano, a quien imitó en las [[flores_-_Pérez,_Bartolomé|''flores'']], que pintaba con desembarazo gusto y delgadez. Nació en Madrid el año de 1634 y excedió a su suegro en el dibujo, pues le pintaba las [[figuras_para_sus_guirnaldas_-_Pérez,_Bartolomé|''figuras para sus guirnaldas'']]. Tuvo particular gracia para trazar una [[cortina_o_pabellón_-_Pérez,_Bartolomé|''cortina o pabellón'']], y cuando se ofrecía en el teatro del Buen Retiro se le encargaba y desempeñaba con acierto, por lo que se le nombró pintor del rey el día 22 de enero de 689. Falleció desgraciadamente el de 93, habiendo caído de un andamio estando pintando el [[techo_de_la_casa_del_duque_de_Monteleón_-_Pérez,_Bartolomé|''techo de la casa del duque de Monteleón'']], en la Maravillas, y fue enterrado en la iglesia de san Ildefonso [ anexo de la parroquia-monasterio de San Martín en la plazuela de san Ildefonso ]. Hay muchos [[floreros_-_Pérez,_Bartolomé|''floreros'']] de su mano en casas particulares de Madrid y en las piezas del Palacio de Buen Retiro, llamadas habitación de las infantas.

'''Pérez''' (Bartolomé) pintor. Después de que se publicase su artículo en el tomo IV de este diccionario, compró el ilustrísimo don Bernardo Iriarte un cuadro firmado de este profesor; y como no se haya dado razón de ninguna obra suya pública ni privada en el artículo, porque no se conocía, menos que fuesen [[floreros_-_Pérez,_Bartolomé|''floreros'']], no se debe omitir el hacerlo de esta. Representa a [[santa_Rosa_de_Lima_adorando_a_la_Virgen_que_le_presenta_el_niño_Dios,_un_ángel_que_corona_a_la_santa,_otro_que_tiene_un_tiento_de_flores,_y_una_graciosa_gloria_de_ángeles_y_serafines_-_Pérez,_Bartolomé|''santa Rosa de Lima adorando a la Virgen que le presenta el niño Dios, un ángel que corona a la santa, otro que tiene un tiento de flores, y una graciosa gloria de ángeles y serafines'']]. se conoce en las figuras que si no fue discípulo de don Juan Carreño, procuró a lo menos imitar su escuela, así en la corrección del dibujo como en el colorido agraciado. Este cuadro por su composición sencilla y bien ordenada, como por las demás partes del arte ya dichas, manifiesta que Pérez fue uno de los mejores pintores de fines del siglo XVII, cuando ya iba en decadencia.