Edición de «Pereda y Salgado , Antonio de»

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No tenía más de 18 años cuando presentó al público una [[Concepción__-_Pereda_ y_Salgado,_Antonio_de|''Concepción'']] [ Inmaculada ] que había pintado con un trono de nubes y ángeles, que nadie creyó ser de su mano, sino de la de los mejores pintores que había en la corte, y fue grande la admiración que causó a los inteligentes, y envidia a los artistas cuando supieron que él la había hecho. La envió el marqués a Roma a su hermano el cardenal Crescenci que la estimó mucho, y también fue allí celebrada de los profesores. Esta obra le dio mucho crédito en Madrid; y el conde duque de Olivares, cuando trató de adornar el palacio del Buen Retiro con lienzos de los mejores pintores de la corte, contó con Pereda aunque joven. Pintó entonces el cuadro del [[socorro_de_Génova_por_el_marques_de_Santa_cruz_-_Pereda_y_Salgado_,_Antonio_de|''socorro de Génova por el marques de Santa cruz'']] con figuras del tamaño del natural, retratando sujetos conocidos, cuyo mérito igualó al de los demás profesores acreditados, y se le pagaron 500 ducados.
 
No tenía más de 18 años cuando presentó al público una [[Concepción__-_Pereda_ y_Salgado,_Antonio_de|''Concepción'']] [ Inmaculada ] que había pintado con un trono de nubes y ángeles, que nadie creyó ser de su mano, sino de la de los mejores pintores que había en la corte, y fue grande la admiración que causó a los inteligentes, y envidia a los artistas cuando supieron que él la había hecho. La envió el marqués a Roma a su hermano el cardenal Crescenci que la estimó mucho, y también fue allí celebrada de los profesores. Esta obra le dio mucho crédito en Madrid; y el conde duque de Olivares, cuando trató de adornar el palacio del Buen Retiro con lienzos de los mejores pintores de la corte, contó con Pereda aunque joven. Pintó entonces el cuadro del [[socorro_de_Génova_por_el_marques_de_Santa_cruz_-_Pereda_y_Salgado_,_Antonio_de|''socorro de Génova por el marques de Santa cruz'']] con figuras del tamaño del natural, retratando sujetos conocidos, cuyo mérito igualó al de los demás profesores acreditados, y se le pagaron 500 ducados.
  
Dice Palomino que por su muerte le faltó el marqués su protector al mejor tiempo, pero habiendo fallecido Crescenci el año de 660, esto es, cuando Pereda tenía 61 de edad, y estaba reconocido su mérito en toda España, no pudo haber sido tan perjudicial esta falta a su fortuna y prosperidad. También asegura el mismo escritor, que pintó las [[bóvedas_del_crucero_y_presbiterio_-_Pereda_y_Salgado,_Antonio_de|''bóvedas del crucero y presbiterio'']] de la iglesia de la Merced calzada de Madrid [ convento de Nuestra Señora de las Mercedes de padres mercedarios calzados en la plazuela de los Remedios ], y que hizo la [[traza_(diseño)_de_la_historia_de_la_cúpula_-_Pereda,_Antonio|''traza [ diseño ] de la historia de la cúpula'']] que pintaron los Colonas. En lo primero le hace muy poco favor, porque Pereda era capaz de haberlas pintado mejor, y no hay duda en que son de mano de Francisco de Ortega, como dijimos en su artículo; y en lo segundo degrada el mérito de Miguel Ángel Colona, que no era regular se sujetase a pintarla por diseñó de otro. Hemos examinado los libros del archivo de este convento y no hallamos tal circunstancia, que merecía algún premio, y su importe constaría en las cuentas, como consta lo que se dio a Colona.
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Dice Palomino que por su muerte le faltó el marqués su protector al mejor tiempo, pero habiendo fallecido Crescenci el año de 660, esto es, cuando Pereda tenía 61 de edad, y estaba reconocido su mérito en toda España, no pudo haber sido tan perjudicial esta falta a su fortuna y prosperidad. También asegura el mismo escritor, que pintó las [[bóvedas_del_crucero_y_presbiterio_-_Pereda,_Antonio|''bóvedas del crucero y presbiterio'']] de la iglesia de la Merced calzada de Madrid [ convento de Nuestra Señora de las Mercedes de padres mercedarios calzados en la plazuela de los Remedios ], y que hizo la [[traza_(diseño)_de_la_historia_de_la_cúpula_-_Pereda,_Antonio|''traza [ diseño ] de la historia de la cúpula'']] que pintaron los Colonas. En lo primero le hace muy poco favor, porque Pereda era capaz de haberlas pintado mejor, y no hay duda en que son de mano de Francisco de Ortega, como dijimos en su artículo; y en lo segundo degrada el mérito de Miguel Ángel Colona, que no era regular se sujetase a pintarla por diseñó de otro. Hemos examinado los libros del archivo de este convento y no hallamos tal circunstancia, que merecía algún premio, y su importe constaría en las cuentas, como consta lo que se dio a Colona.
  
 
Tampoco podemos creer que Pereda no supiese leer ni escribir, como afirma el mismo escritor, habiéndose criado en la casa del consejero Tejada, que le amaba como a hijo, pues es muy verosímil procurase darle una educación decente y proporcionada a la profesión que seguía; y aun el mismo Pereda se avergonzaría de no tener este indispensable adorno, cuando fue trasladado a la casa del marqués Crescenci, sujeto de tanto gusto y erudición en las bellas artes, donde aprendería no sólo a leer y escribir, sino también a leer y hablar el italiano, de lo que resultaría haber adquirido tantos libros como tenía de su profesión, según dice el mismo Palomino, queriendo probar este defecto con que sus discípulos le escribían su nombre cuando se le ofrecía poner su firma en los lienzos. Y siendo muchos los que hay firmados de su mano, hemos observado en todos una misma forma de letra, y estar escritos por sujeto que sabia escribir. En fin don Lázaro Díaz del Valle, que dice en su vida: ''“porque de trato y comunicación le he conocido desde su primera juventud, puedo decir algo de lo que sé como testigo de vista"'', y nada apunta de que no supiese leer ni escribir.
 
Tampoco podemos creer que Pereda no supiese leer ni escribir, como afirma el mismo escritor, habiéndose criado en la casa del consejero Tejada, que le amaba como a hijo, pues es muy verosímil procurase darle una educación decente y proporcionada a la profesión que seguía; y aun el mismo Pereda se avergonzaría de no tener este indispensable adorno, cuando fue trasladado a la casa del marqués Crescenci, sujeto de tanto gusto y erudición en las bellas artes, donde aprendería no sólo a leer y escribir, sino también a leer y hablar el italiano, de lo que resultaría haber adquirido tantos libros como tenía de su profesión, según dice el mismo Palomino, queriendo probar este defecto con que sus discípulos le escribían su nombre cuando se le ofrecía poner su firma en los lienzos. Y siendo muchos los que hay firmados de su mano, hemos observado en todos una misma forma de letra, y estar escritos por sujeto que sabia escribir. En fin don Lázaro Díaz del Valle, que dice en su vida: ''“porque de trato y comunicación le he conocido desde su primera juventud, puedo decir algo de lo que sé como testigo de vista"'', y nada apunta de que no supiese leer ni escribir.

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