Siloé, Diego de

De Diccionario Interactivo Ceán Bermúdez
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Diego Siloé
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Ubicación en el diccionario Tomo 4, Página 374, Letra [[Letra::S]], Grupo SI

(Actualizado 5/9/2007) -----


Siloé (Diego de) escultor y arquitecto. Nació en la segunda mitad del siglo XV. En 1517 debía encontrarse en Nápoles trabajando, junto a Ordoñez, la capilla de los Caracciolos. En 1519 se encuentra en Burgos no como arquitecto sino como ymaginario implantando las formas renacentistas florentinas cuatrocentistas. En 1528 se establece en Granada, trasladándose cuando se le requería a Toledo, Sevilla yAlbacete y Plasencia, falleciendo en Granada en 1563.

Sus obras arquitectónicas en Burgos y Granada representaron innovaciones tan esenciales en la arquitectura española que fue uno de los principales artífices de que el Renacimiento se implantara en España.

Camón Aznar, José, Escultura y Rejería Españolas del Siglo XVI, en SUMA ARTIS, Vol. XVIII, Espasa-Calpe, Madrid, 1981, (4.ª Ed, 1.ª Ed. 1961)pp. 137-150




(Original antes de actualización de 5/9/2007) -----


Siloé (Diego de) escultor y arquitecto. Nació en Burgos andada más de la mitad del siglo XV, y fue hijo y discípulo del maestro Gil de Siloé. Después de la muerte de este, se estableció en Granada con motivo de tener a su cargo la dirección de la obra de aquella catedral, que él mismo había trazado y sacado de cimientos. manifestó en ella su inteligencia y habilidad en la escultura, con el adorno de la puerta de esta misma iglesia que cae a la calle de la cárcel; y sin duda por el delicado gusto que tenía en el ornato, le llamó Francisco de Holanda, famoso en los follajes. Ejecutó el Eccehomo colocado sobre otra puerta inmediata a la sacristía de la propia catedral el san Jerónimo que está encima de otra, que sale a la calle del propio santo, y el san Onofre de la de los Gomeles, que está reputado por la mejor estatua de aquella ciudad. En estas obras y en algunos bustos y medallas repartidos en los templos de Granada dio pruebas de su gran saber en las proporciones y anatomía del cuerpo humano, en la grandiosidad de las formas, en la nobleza de los caracteres y en otras partes del arte que le ensalzan a la par de los primeros escultores de España.


Así lo conoció el cabildo de la santa iglesia [ catedral ] de Toledo cuando trató de que se hiciese la sillería de su coro, pues llamó en 1535 para que presentasen trazas y dibujosa Siloé, que residía en Granada, a Juan Picardo, vecino de Peñafiell, a Felipe de Vigarní, de Burgos y a Alonso Berruguete de Valladolid; y aunque es cierto que fueron preferidas las trazas de estos dos últimos, no se puede atribuir a desaire ni a demérito de los primeros, por la extraordinaria habilidad de los segundos.


La arquitectura fue la profesión que más ejercitó y las dos primeras catedrales del reino contaron con su voto y parecer para el acierto de sus obras. La de Toledo, habiendo obtenido licencia del emperador Carlos V para trasladar a otro sitio menos embarazoso la capilla de los Reyes nuevos, que estaba entonces en una de sus naves principales junto a la puerta que sale al claustro, llamó en 530 a Siloé y a Alonso Covnrrubias, que vivía en Guadalajara, para que hiciesen las trazas de la nueva capilla. Fueron aprobadas las de ambos maestros; pero se encargó la ejecución a Covarrubias por estar Slloé ocupado en Granada, lo que dio motivo a que Alonso fuese nombrado en adelante maestro mayor de esta santa iglesia [ catedral ].


La de Sevilla escribió a Siloé en 534 pidiéndole que pasase a visitar las obras de la sacristía mayor, sala capitular y sacristía de los cálices, que se iban a comenzar por las trazas de Diego de Riaño, las que se principiaron con su aprobación el año siguiente, en el que estuvo dos veces en Sevilla, y en cada una ocho días, por cuyos viajes le satisficieron sesenta ducados. Volvió tercera vez en 535, y se alojó en la casa del mayordomo de fabrica. Entonces le nombró el cabildo visitador de sus obras con el sueldo de ochenta ducados anuales y la obligación de permanecer en Sevilla quince días seguidos en cada un año.


Estuvo casado con Ana de Santotis, que falleció el día 3 de octubre de 1540 y fue enterrada en el sagrario de la catedral de Granada; y después contrajo segundo matrimonio con doña Ana Bazán; la que sobrevivió a Siloé. Murió este en la misma ciudad el año de 563, y fue sepultado en la parroquia de Santiago en la capilla de los Bazanes. Otorgó su testamento ante Francisco de Córdoba, escribano público de aquella ciudad, el día 31 de enero del propio año, del que tenemos una copia a la vista.


Era entonces muy rico, con casas, esclavos, alhajas de oro, plata y piedras preciosas: por tanto, fueron muchas y muy cuantiosas las mandas que dejó a hospitales, monasterios, conventos, artistas, criados y amigos, a las catedrales de Burgos y Granada, a la parroquia donde fue bautizado, a huérfanos y huérfanas y a otras obras piar. Fundó una capellanía con un patronato de legos en la capilla donde habla de ser enterrado. Después de dejar a su mujer 8,000 ducados que había traído al matrimonio, 200 que cobró por ella de un cortijo que vendió en Guelma y 300,000 maravedís en que la habla dotado; mandó darle 2,000 ducados de lo que le tocaba a él por la parte de gananciales y las casas en que vivía por los días de su vida: un bernegal de plata grande con cuatro asas, y todos los muebles de casa con los esclavos y esclavas, tapicería y lencería de todos géneros y el trigo y cebada que hubiese en ella, reservando la vajilla, alhajas y todo lo demás que dejó al hospital de Juan de Dios de aquella ciudad, a quien declaró por su heredero universal, porque no le tenia forzoso. Fueron los albaceas su mujer, don Martín Jofre de Loaisa, veinticuatro de Granada, Gonzalo Gutiérrez y Juan de Maeda, su discípulo y aparejador.


Consta de este testamento haber ejecutado la capilla mayor del monasterio de san Jerónimo de Granada, y de los papeles de su archivo haber sido el arquitecto de toda la iglesia y del coro.

Este Archivo [ Monasterio de San Jerónimo en Granada ], y los de las Catedrales de Toledo y Sevilla, Su Testamento, Pedraz., Francisco de Holanda y Noticias de Granada.

(Tomo IV, pp. 374-377)