{{Autor:header}}'''Pereyra''' (Manuel) escultor y natural de Portugal. Algunos pretenden que pasó a Italia a aprender escultura, y otros quieren que la estudiase en Valladolid con alguno de los muchos y buenos profesores que había en su tiempo en aquella ciudad. Se estableció después en Madrid con gran reputación, y dejó obras muy estimadas. En 1.º de mayo de 1646 otorgó escritura con fray Juan Palomeque, prior del convento de San Felipe el Real [ convento de padres agustinos calzados en la calle Mayor ], obligándose a ejecutar en un año la estatua en piedra de [[san_Felipe_apóstol_-_Pereyra__Pereira_,_Manuel|''san Felipe apóstol'']] del tamaño de dos varas, por el precio de 200 ducados. Se colocó sobre la puerta lateral para el día del santo del año siguiente, y la comunidad le gratificó.
Trabajó otras muchas estatuas, pero la más celebrada es la de [[san_Bruno_-_Pereyra__Pereira__Pereira_,_Manuel|''san Bruno'']], también en piedra, que está en la calle de Alcalá sobre la puerta de la hospedería de la cartuja del Paular, estatua que puede competir con las de los grandes escultores del siglo XVI, por la sencillez de su actitud por la expresión y buenos partidos de paños. Se dice que Felipe IV tenía dado orden a su cochero, que se fuese despacio cuando pasase por delante de ella, para tener el gusto de observarla. La grabaron [ estampa de estatua de san Bruno ] con exactitud y buen tamaño don Juan Bernabé Palomino y don Manuel Salvador Carmona.
Tuvo la desgracia de quedar casi ciego en los últimos años de su vida, y en ese estado ejecutó a tientas el [[modelo_para_la_estatua_de_san_Juan_de_Dios_-_Pereyra_(Pereira),_Manuel|''modelo para la estatua de san Juan de Dios'']], que está en la portada de su convento de Madrid [ convento de San Juan de Dios en la calle de Atocha ], la que trabajó su discípulo Manuel Delgado. Falleció Pereyra en esta corte el año de 667, rico y estimado de todos, por lo que logró casar una hija con don José Mendieta, caballero de la orden de Santiago, ayuda de cámara del rey y veedor de las obras reales; y tuvo otro hijo llamado don Bartolomé, que fue sacerdote ejemplar. Se atribuyen al padre las obras siguientes.