Diferencia entre revisiones de «Ramírez, Juan»

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}}'''Ramírez''' (Juan) pintor. El cabildo de la santa iglesia [ Catedral ] de Sevilla mandó librarle 20 ducados el año de 1536 en cuenta de lo que había de pintar en los [[órganos_grandes_-_Ramírez,_Juan|''órganos grandes'']], que estaban entonces sobre la [[puerta_nueva_del_perdón_-_Ramírez,_Juan|''puerta nueva del perdón'']], y que se trasladasen encima del coro. Pretendió el mismo cabildo en 537 que se moderase la tasa de 18,000 maravedíes que habían hecho tres pintores de lo que había trabajado Ramírez para la [[capilla_de_San_Cristóbal_-_Ramírez,_Juan|''capilla de San Cristóbal'']], y que se le pagase. Nada ha quedado de estas obras, mas se puede inferir el crédito y habilidad de Ramírez por el sitio para donde fueron pintadas.
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}}'''Ramírez''' (Juan) escultor. Nació en el lugar de Bordalba, Obispado de Sigüenza y partido de Calatayud, y fue bautizado el día 7 de abril de 1680. Aficionado desde niño a la escultura, le envió su padre Pascual a Zaragoza, y pudo haberla aprendido con Gregorio de Mesa, que residía entonces con crédito en aquella ciudad, donde por muerte de este quedó siendo el escultor más aventajado. Se ha de suponer que a principios del siglo XVIII estaba la escultura en España en la mayor decadencia, especialmente en las provincias, y así el mérito de Ramírez era correspondiente al gusto y conocimientos de aquella época, aunque daba razón del desnudo y trazaba los paños con más inteligencia que otros.
  
Archivo de la Catedral de Sevilla.
 
  
(Tomo IV, p. 147)
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Corno deseaba adelantar y estimular la aplicación de sus hijos don José y don Manuel, escultores, y don Juan, pintor, estableció en su casa una especie de academia, a la que concurrían los profesores y discípulos de aquella ciudad a dibujar principios, y a estudiar y modelar por el natural, la que se conservó hasta su muerte, acaecida en Zaragoza el año de 1740.
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Si el extravagante [[tabernáculo_-_Ramírez,_Juan|''tabernáculo'']] que ejecutó para el trascoro de la catedral de la Seu le desacredita en la parte de la arquitectura y de su adorno, bien que pudiera ser disculpable, por ser moda tales ridículos caprichos en su tiempo en todo el reino, le acreditan la estatua de [[san_Pedro_Arbués_-_Ramírez,_Juan|''san Pedro Arbués'']] que hizo para su capilla en la misma catedral, las de la [ Inmaculada ] [[Concepción_-_Ramírez,_Juan|''Concepción'']], [[san_Jerónimo_-_Ramírez,_Juan|''san Jerónimo'']], [[san_Miguel_-_Ramírez,_Juan|''san Miguel'']] para el convento de San Francisco de Zaragoza, y [[otras_muchas__estatuas__-_Ramírez,_Juan|''otras muchas [ estatuas ]'']] para otros templos de aquella ciudad y de su arzobispado.
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''Historia de la real academia de San Luis''
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''de Zaragoza.''
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Aunque la academia de San Luis fue la última que se erigió en España, fue la primera en comenzar sus estudios públicos. El año de 1714 después de sentada la paz y tranquilizado el reino de Aragón, el buen Juan Ramírez logró reunir en su casa los profesores de Zaragoza con el objeto de resucitar los conocimientos de las bellas artes, que la guerra de sucesión había acabado de borrar. A expensas de todos, y particularmente del mismo Ramírez, se abrió en las noches de invierno el estudio de los principios del diseño y del desnudo vivo del hombre, que duró sin interrupción hasta la muerte de su promotor. Estuvo entonces a pique de desbaratarse la escuela; pero su hijo don José, que estaba animado de las mismas ideas que su padre, pudo volver a unir los artistas y siguieron los estudios en su casa.
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La Real academia de San Fernando que acabó de establecerse en Madrid el año de 752, en la que los grandes, los títulos y los caballeros de la corte son consiliarios y académicos de honor, excitó a los de Zaragoza en 54 a mirar los estudios, que sostenían los profesores, como muy interesantes a aquel reino y dignos de su protección. En efecto, don Vicente Pignatelli, de quien se ha hablado en su artículo, caballeros, representó al rey a fin de arraigar en aquella ciudad un estudio público y constante de las bellas artes, bajo el auspicio y dirección de la academia de San Fernando; y esta por su parte representó también al mismo efecto en 18 de septiembre del propio año.
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Fernando el VI tuvo a bien de crear entonces una junta preparatoria, compuesta de un vicepresidente, que fue el marques de Ayerve, y de seis consiliarios de la primera nobleza de Zaragoza, encargándole formase las reglas de gobierno y meditase los medios oportunos para su dotación. No se descuidó la junta en desempeñar estos objetos, y sin embargo de haber propuesto varios arbitrios para el establecimiento que deseaba, no pudo verificarse, con el desconsuelo de que en 770 ya hablan fallecido todos los sujetos que la componían. Pero quedaron vivos los deseos de los profesores, que continuaron estudiando con buena armonía y aplicación, y los de los ilustres herederos y sucesores de los consiliarios difuntos.
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Don Ramón Pignatelli, canónigo de aquella santa iglesia [ catedral ], en nombre de unos y otros recurrió a la academia de San Fernando, la que en consulta de 17 de agosto de 71 hizo presente a Carlos III todo lo acaecido hasta entónces, y el rey mandó en 10 de septiembre del mismo año restablecer la junta preparatoria, nombrando por vicepresidente a Pignatelli, y por consiliarios al conde de Sástago, al marqués de Ayerve y a otros seis caballeros, individuos de la real audiencia, del ayuntamiento y de la catedral, encargándole el desempeño de las funciones que tuvo la primera, la que con presencia de los estatutos de academia de San Carlos de Valencia formase los que con aprobación de S. M. habían de regir en la que se proyectaba.
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La nueva junta practicó con el mayor calor todos los encargos que se le hicieron, particularmente el de buscar medios y arbitrios para su dotación. Propuso seis al rey desde el año de 71 hasta el de 76, pero con la desgracia de no haberse podido adoptar ninguno. En este conflicto principiaron los profesores a caer de ánimo, y a aflojar en la asistencia á la escuela, cansados de sufrir tanto gasto como habían soportado para sostenerla desde 714, y viendo frustradas las esperanzas con que los animaba la junta. Pero esta acordó en sesión de 18 de diciembre de 77 hacer un repartimiento mensual entre sus individuos a fin de satisfacer lo que se gastase en los estudios públicos; y los artistas ofrecieron concurrir a la enseñanza gratuitamente, para lo que presentaron una lista de los que habían sido directores, a fin de que la junta eligiese los que le pareciere. Y habiendo nombrado para directores de pintura a don José Luzán, don Juan Andrés Marclein y don Manuel Eraso: de escultura a don Juan Pita, don Carlos Salas y don Domingo Estrada; y de arquitectura a don Pedro Ceballos, don Agustín Sanz y don Gregorio Sevilla, se volvió a abrir la escuela el día 7 de enero de 778 en la casa del conde de Fuentes con aclamación de toda la ciudad, y con mucha concurrencia de discípulos.
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Diose cuenta de todo a la real academia de San Fernando para que lo pusiese en noticia del rey, proponiendo al mismo tiempo para su dotación 40,000 reales sobre los sobrantes de los propios de aquel reino, y esto último tampoco tuvo aprobación. Hora fuese por la necesidad de dar nuevo destino a la casa en que estaba la escuela, hora por falta de asistencia de los discípulos y tibieza de los maestros al ver la dilación y tardanza en establecer la academia, fue preciso cerrar la escuela en 19 de octubre de 79.
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Mas la Sociedad aragonesa de amigos del país estimándola por uno de los objetos de su instituto, pudo lograr en fuerza de sus oficios que la junta preparatoria la volviese a abrir; pero no hallando esta medios suficientes para continuar sus estudios, volvió a cerrarla. Enterada de todo la Junta general de comercio y moneda preguntó a la Sociedad si podría encargarse de la dirección y gobierno de aquellos estudios en caso de establecerse con solidez su enseñanza; y le respondió que estaba pronta a ello. Pero difiriéndose demasiado el logro de las esperanzas que indicaba la pregunta, por otra parte hallándose la Sociedad falta de medios para ocurrir a los gastos necesarios pata tanta empresa, comisionó a Su director don Arias Món y Velarde a fin de que tratase la materia con el socia don Juan Martín de Goicoechea, que había hecho alguna insinuación de que sostenerla temporalmente la enseñanza pública.
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Este buen patriota defirió muy gustoso a los designios de la Sociedad, ofreciéndose tomar por su cuenta la escuela del dibujo y a sostenerla a su costa por algunos años. Buscó casa proporcionada con cuatro salas, que adornó con [[diseños_de_principios_-_Ramírez,_Juan|''diseños de principios'']], ejecutados por maestros de la academia de San Fernando, con dibujos de [[cabezas_-_Ramírez,_Juan|''cabezas'']] y [[academias_-_Ramírez,_Juan|''academias'']], que hizo traer de Roma, con [[modelos_de_yeso_-_Ramírez,_Juan|''modelos de yeso'']] de todas clases y con el natural vivo: buscó profesores de habilidad para la enseñanza, y no habiendo omitido requisito alguno, se abrió el estudio el día 19 de octubre de 784 con numerosa concurrencia de discípulos, que hicieron notables adelantamientos.
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Todo lo hizo presente la Sociedad al Rey por la secretaría de Estado, y S. M. a consulta del Consejo vino en resolver con fecha de 30 de noviembre de 790 se cargasen diez maravedíes por cada cien reales de vellón sobre los propios de Aragón, que componen la cantidad de 30,000, reales anuales, con la que se dotase la escuela, encargando a la Sociedad su dirección y gobierno, que cuidase de la formación de los estatutos y de tratar con la distinción, que se merecía, don Juan Martín de Goicoechea, a quien tanto debía el establecimiento, significandole en su real nombre que satisfecho quedaba S. M. de aquel servicio, y que era su voluntad interviniese siempre en la dirección de la escuela. Así lo cumplió la Sociedad en todas sus partes, y propuso a Goicoechea para vicepresidente perpetuo del instituto.
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Por último se dignó el Rey en 17 de abril de 792 elevar la escuela a real academia de las bellas artes con la denominación de San Luis, y de aprobar sus estatutos por real cédula de 18 de noviembre del mismo año. En su consecuencia don Juan Martín de Goicoechea cedió a la academia todas las [[estatuas_-_Ramírez,_Juan|''estatuas'']], [[modelos_-_Ramírez,_Juan|''modelos'']], [[diseños_-_Ramírez,_Juan|''diseños'']] y [[utensilios_-_Ramírez,_Juan|''utensilios'']] qué había acopiado en los ocho años que sostuvo la enseñanza a sus expensas; y la Sociedad las salas necesarias para las clases en la casa de la plaza del reino, que el Rey le había señalado para celebrar las juntas patrióticas. Adornadas de todo lo necesario se celebró su abertura el día 25 de agostó de 792 con la debida pompa y magnificencia de iluminación, música, oración inaugural, poesías y numerosa concurrencia. La de los discípulos se aumentó, y lo mismo sus adelantamientos en fuerza del celo y vigilancia de los sujetos que fueron elegidos para su direccion, que son los siguientes:
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''Presidente.''
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El excelentísimo señor don Juan de Courten, director de la Sociedad aragonesa, gobernador y capitan general de aquel reino.
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''Conailiarios, los socios de la real Sociedad aragonesa.''
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El señor don Antonio Arteta, arcediano de Aliaga.
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El señor don Jorge del Río, chantre de la catedral de Zaragoza.
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El señor don Luis Rancaño, teniente coronel de ingenieros.
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El señor don Domingo Bayer, alcalde del crímen de la audiencia de Zaragoza.
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El señor don Juan Antonio Hernandez de Larrea, dean de aquella santa iglesia. Crearonse además algunos académicos de honor en las clases distinguidas de grandes de España, oficiales generales, prelados eclesiasticos, ministros de aquella audiencia, del cabildo eclesiastico, ayuntamiento y de caballeros particulares.
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(Tomo IV, pp. 147-156)
  
 
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Revisión del 16:51 11 mar 2021

Juan Ramírez
normal
Especialidad escultor
Cronología XVII-XVIII
Ciudad de trabajo Zaragoza (Aragón)
Ubicación en el diccionario Tomo 4, Página 147, Letra Letra R, Grupo Grupo RA

Ramírez (Juan) escultor. Nació en el lugar de Bordalba, Obispado de Sigüenza y partido de Calatayud, y fue bautizado el día 7 de abril de 1680. Aficionado desde niño a la escultura, le envió su padre Pascual a Zaragoza, y pudo haberla aprendido con Gregorio de Mesa, que residía entonces con crédito en aquella ciudad, donde por muerte de este quedó siendo el escultor más aventajado. Se ha de suponer que a principios del siglo XVIII estaba la escultura en España en la mayor decadencia, especialmente en las provincias, y así el mérito de Ramírez era correspondiente al gusto y conocimientos de aquella época, aunque daba razón del desnudo y trazaba los paños con más inteligencia que otros.


Corno deseaba adelantar y estimular la aplicación de sus hijos don José y don Manuel, escultores, y don Juan, pintor, estableció en su casa una especie de academia, a la que concurrían los profesores y discípulos de aquella ciudad a dibujar principios, y a estudiar y modelar por el natural, la que se conservó hasta su muerte, acaecida en Zaragoza el año de 1740.


Si el extravagante tabernáculo que ejecutó para el trascoro de la catedral de la Seu le desacredita en la parte de la arquitectura y de su adorno, bien que pudiera ser disculpable, por ser moda tales ridículos caprichos en su tiempo en todo el reino, le acreditan la estatua de san Pedro Arbués que hizo para su capilla en la misma catedral, las de la [ Inmaculada ] Concepción, san Jerónimo, san Miguel para el convento de San Francisco de Zaragoza, y otras muchas [ estatuas ] para otros templos de aquella ciudad y de su arzobispado.

Su Partida de Bautismo y Noticias de Zaragoza.


APÉNDICE


Historia de la real academia de San Luis

de Zaragoza.


Aunque la academia de San Luis fue la última que se erigió en España, fue la primera en comenzar sus estudios públicos. El año de 1714 después de sentada la paz y tranquilizado el reino de Aragón, el buen Juan Ramírez logró reunir en su casa los profesores de Zaragoza con el objeto de resucitar los conocimientos de las bellas artes, que la guerra de sucesión había acabado de borrar. A expensas de todos, y particularmente del mismo Ramírez, se abrió en las noches de invierno el estudio de los principios del diseño y del desnudo vivo del hombre, que duró sin interrupción hasta la muerte de su promotor. Estuvo entonces a pique de desbaratarse la escuela; pero su hijo don José, que estaba animado de las mismas ideas que su padre, pudo volver a unir los artistas y siguieron los estudios en su casa.


La Real academia de San Fernando que acabó de establecerse en Madrid el año de 752, en la que los grandes, los títulos y los caballeros de la corte son consiliarios y académicos de honor, excitó a los de Zaragoza en 54 a mirar los estudios, que sostenían los profesores, como muy interesantes a aquel reino y dignos de su protección. En efecto, don Vicente Pignatelli, de quien se ha hablado en su artículo, caballeros, representó al rey a fin de arraigar en aquella ciudad un estudio público y constante de las bellas artes, bajo el auspicio y dirección de la academia de San Fernando; y esta por su parte representó también al mismo efecto en 18 de septiembre del propio año.


Fernando el VI tuvo a bien de crear entonces una junta preparatoria, compuesta de un vicepresidente, que fue el marques de Ayerve, y de seis consiliarios de la primera nobleza de Zaragoza, encargándole formase las reglas de gobierno y meditase los medios oportunos para su dotación. No se descuidó la junta en desempeñar estos objetos, y sin embargo de haber propuesto varios arbitrios para el establecimiento que deseaba, no pudo verificarse, con el desconsuelo de que en 770 ya hablan fallecido todos los sujetos que la componían. Pero quedaron vivos los deseos de los profesores, que continuaron estudiando con buena armonía y aplicación, y los de los ilustres herederos y sucesores de los consiliarios difuntos.


Don Ramón Pignatelli, canónigo de aquella santa iglesia [ catedral ], en nombre de unos y otros recurrió a la academia de San Fernando, la que en consulta de 17 de agosto de 71 hizo presente a Carlos III todo lo acaecido hasta entónces, y el rey mandó en 10 de septiembre del mismo año restablecer la junta preparatoria, nombrando por vicepresidente a Pignatelli, y por consiliarios al conde de Sástago, al marqués de Ayerve y a otros seis caballeros, individuos de la real audiencia, del ayuntamiento y de la catedral, encargándole el desempeño de las funciones que tuvo la primera, la que con presencia de los estatutos de academia de San Carlos de Valencia formase los que con aprobación de S. M. habían de regir en la que se proyectaba.


La nueva junta practicó con el mayor calor todos los encargos que se le hicieron, particularmente el de buscar medios y arbitrios para su dotación. Propuso seis al rey desde el año de 71 hasta el de 76, pero con la desgracia de no haberse podido adoptar ninguno. En este conflicto principiaron los profesores a caer de ánimo, y a aflojar en la asistencia á la escuela, cansados de sufrir tanto gasto como habían soportado para sostenerla desde 714, y viendo frustradas las esperanzas con que los animaba la junta. Pero esta acordó en sesión de 18 de diciembre de 77 hacer un repartimiento mensual entre sus individuos a fin de satisfacer lo que se gastase en los estudios públicos; y los artistas ofrecieron concurrir a la enseñanza gratuitamente, para lo que presentaron una lista de los que habían sido directores, a fin de que la junta eligiese los que le pareciere. Y habiendo nombrado para directores de pintura a don José Luzán, don Juan Andrés Marclein y don Manuel Eraso: de escultura a don Juan Pita, don Carlos Salas y don Domingo Estrada; y de arquitectura a don Pedro Ceballos, don Agustín Sanz y don Gregorio Sevilla, se volvió a abrir la escuela el día 7 de enero de 778 en la casa del conde de Fuentes con aclamación de toda la ciudad, y con mucha concurrencia de discípulos.


Diose cuenta de todo a la real academia de San Fernando para que lo pusiese en noticia del rey, proponiendo al mismo tiempo para su dotación 40,000 reales sobre los sobrantes de los propios de aquel reino, y esto último tampoco tuvo aprobación. Hora fuese por la necesidad de dar nuevo destino a la casa en que estaba la escuela, hora por falta de asistencia de los discípulos y tibieza de los maestros al ver la dilación y tardanza en establecer la academia, fue preciso cerrar la escuela en 19 de octubre de 79.


Mas la Sociedad aragonesa de amigos del país estimándola por uno de los objetos de su instituto, pudo lograr en fuerza de sus oficios que la junta preparatoria la volviese a abrir; pero no hallando esta medios suficientes para continuar sus estudios, volvió a cerrarla. Enterada de todo la Junta general de comercio y moneda preguntó a la Sociedad si podría encargarse de la dirección y gobierno de aquellos estudios en caso de establecerse con solidez su enseñanza; y le respondió que estaba pronta a ello. Pero difiriéndose demasiado el logro de las esperanzas que indicaba la pregunta, por otra parte hallándose la Sociedad falta de medios para ocurrir a los gastos necesarios pata tanta empresa, comisionó a Su director don Arias Món y Velarde a fin de que tratase la materia con el socia don Juan Martín de Goicoechea, que había hecho alguna insinuación de que sostenerla temporalmente la enseñanza pública.


Este buen patriota defirió muy gustoso a los designios de la Sociedad, ofreciéndose tomar por su cuenta la escuela del dibujo y a sostenerla a su costa por algunos años. Buscó casa proporcionada con cuatro salas, que adornó con diseños de principios, ejecutados por maestros de la academia de San Fernando, con dibujos de cabezas y academias, que hizo traer de Roma, con modelos de yeso de todas clases y con el natural vivo: buscó profesores de habilidad para la enseñanza, y no habiendo omitido requisito alguno, se abrió el estudio el día 19 de octubre de 784 con numerosa concurrencia de discípulos, que hicieron notables adelantamientos.


Todo lo hizo presente la Sociedad al Rey por la secretaría de Estado, y S. M. a consulta del Consejo vino en resolver con fecha de 30 de noviembre de 790 se cargasen diez maravedíes por cada cien reales de vellón sobre los propios de Aragón, que componen la cantidad de 30,000, reales anuales, con la que se dotase la escuela, encargando a la Sociedad su dirección y gobierno, que cuidase de la formación de los estatutos y de tratar con la distinción, que se merecía, don Juan Martín de Goicoechea, a quien tanto debía el establecimiento, significandole en su real nombre que satisfecho quedaba S. M. de aquel servicio, y que era su voluntad interviniese siempre en la dirección de la escuela. Así lo cumplió la Sociedad en todas sus partes, y propuso a Goicoechea para vicepresidente perpetuo del instituto.


Por último se dignó el Rey en 17 de abril de 792 elevar la escuela a real academia de las bellas artes con la denominación de San Luis, y de aprobar sus estatutos por real cédula de 18 de noviembre del mismo año. En su consecuencia don Juan Martín de Goicoechea cedió a la academia todas las estatuas, modelos, diseños y utensilios qué había acopiado en los ocho años que sostuvo la enseñanza a sus expensas; y la Sociedad las salas necesarias para las clases en la casa de la plaza del reino, que el Rey le había señalado para celebrar las juntas patrióticas. Adornadas de todo lo necesario se celebró su abertura el día 25 de agostó de 792 con la debida pompa y magnificencia de iluminación, música, oración inaugural, poesías y numerosa concurrencia. La de los discípulos se aumentó, y lo mismo sus adelantamientos en fuerza del celo y vigilancia de los sujetos que fueron elegidos para su direccion, que son los siguientes:


Presidente.

El excelentísimo señor don Juan de Courten, director de la Sociedad aragonesa, gobernador y capitan general de aquel reino.


Vicepresidente.

El señor don Juan Martín de Goicoechea.


Conailiarios, los socios de la real Sociedad aragonesa.

El señor don Antonio Arteta, arcediano de Aliaga.

El señor don Jorge del Río, chantre de la catedral de Zaragoza.


Viceconsiliarios, los socios de la misma.

El señor don Luis Rancaño, teniente coronel de ingenieros.

El señor don Domingo Bayer, alcalde del crímen de la audiencia de Zaragoza.


Censor ó Fiscal, el de la Sociedad.

El señor don Juan Antonio Hernandez de Larrea, dean de aquella santa iglesia. Crearonse además algunos académicos de honor en las clases distinguidas de grandes de España, oficiales generales, prelados eclesiasticos, ministros de aquella audiencia, del cabildo eclesiastico, ayuntamiento y de caballeros particulares.


Secretario, el de la Sociedad.

El señor don Diego de Torres.






Directores.


En pintura......... don Alejandro de la Cruz,

académico de mérito de

la de San Fernando.



En escultura.......... don Pascual de Ipas.


En arquitectura. { don Francisco Rocha.

don Agustin Sanz.

don Manuel Ichauste.



Conserje.

don Francisco Ponzano.

(Tomo IV, pp. 147-156)

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