Pellegrini, Pellegrino "Il Tibaldi"
Especialidad | escultor y arquitecto |
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Cronología | XVI |
Ciudad de trabajo | Roma, El Escorial (Comunidad de Madrid) |
Ubicación en el diccionario | Tomo 5, Página 14, Letra Letra T, Grupo Grupo TI |
Tibaldi (Peregrino) [ Pellegrino ] escultor y arquitecto: o Peregrino de Bolonia, o Peregrino de Peregrini, pues que por los todos tres nombres es conocido: Tibaldi por haberse llamado su padre Tibaldo, de Bolonia por haber nacido en esta ciudad, y Peregrini por ser de esta casa y familia. De cuantos profesores extranjeros vinieron a Esparta hubo pocos que tanto la ilustrasen y enriqueciesen con sus obras como Tibaldi, pues son una parte principal del adorno del monasterio del Escorial, y otros tantos modelos de imitación para nuestros jóvenes, que quieran estudiar el difícil arte de los escorzos, dibujar según el estilo grandioso de Buonarroti [ Miguel Ángel ], y pintar con la blandura del Coreggio.
Los que han escrito su vida no están de acuerdo sobre su verdadera patria: unos quieren que haya nacido en Milán, y otros en Bolonia; pero esta averiguado ser originario de aquella ciudad, y haber nacido en esta el año de 1522. Desde su niñez manifestó, como todo gran profesor, una inclinación decidida a las ellas artes, y aprendió a pintar con Bartolomé de Ramenghi, llamado Bagnacaballo, uno de los buenos discípulos de Rafael de Urbino, que se había retirado a su patria. Bajo su dirección hizo Pere lino rápidos progresos, y deseoso de que fuesen mayores pasó a Roma el año de 547 a estudiar las estatuas griegas y demás prodigios del arte. Dibujó también las obras de Míguel Ángel, que aun vivía, y salió muy imbuído en su manera, mas con su talento pudo domesticarla, digámoslo así, por tanto su paisano Annibale Carracci le llamaba el Michael agnolo riformato: epíteto que describe todo su caracter y estilo.
Acreditado sobre manera en aquella capital, pintó con otros profesores en el castillo de de Sant Angelo, siendo muy elogiado su san Miguel, que está en la sala principal; y se aventajó en el colorido a Jacobo Sementi, que trabajaba con él en la iglesia de San Luis de los franceses. Restituido a Bolonia hizo ver en el público cuanto había adelantado en la pintura y escultura, que ejercía en estuco con mucha destreza y conocimiento. De allí pasó a Loreto, y pintó la capilla del cardenal Ausbourg en aquella casa santa; y es muy celebrado lo que pintó en Ancona en la casa de los comerciantes por el estilo de Buonarroti [ Miguel Ángel ], y en la iglesia de san Agustín.
Habiéndose dedicado después al estudio de la arquitectura civil y militar, se hizo tan famoso en ella, que san Carlos Borromeo lo eligió para edificar el palacio de la Sapiencia en Pavía, y el estado de Milán le nombró intendente de sus obras, y de las del domo o gran catedral. Veinte años se ocupó en la arquitectura y escultura, cuyas excelentes estatuas de estuco sirvieron de modelos a Annibale Carracci para pintar la galería de Farnesio, hasta que llegando la fama de su habilidad a noticia de Felipe II, le llamó para pintar en el Escorial.
Llegó a este monasterio el año de 1586, y ademas de habérsele señalado un salario correspondiente a su mérito, cuyo pago, se había de hacer en Milán, mandó el rey que se le satisficiesen las obras a tasación de peritos. La primera, que pintó fueron cuatro historias sagradas al fresco con figuras de mediano tamaño en el camarín que esta detrás del altar Mayor. Representan los israelitas cogiendo el mana, la cena del cordero pascual, Abrahán ofreciendo a Melquisedec el diezmo de la victoria y el ángel que trae el pan a Elías en el desierto; y pintó en la vuelta que hace la bóveda el arco iris, rodeado de ángeles y nubes.
Agradó mucho al rey este trabajo, y quedando muy contento con la venida de Peregrini, se tranquilizó de lo que le habían incomodado las obras de Lucas Cambiaso y de Federico Zuccaro. Mandó que se picasen las cinco historias que este habla pintado al fresco en el claustro principal o de los Evangelistas, y que Tibaldi las pintase de nuevo, como lo ejecutó, menos la que representa la Anunciación que quedó sin picar.
El mérito que tiene cada una de las historias de este claustro exigía que se describiesen detenidamente, pero para no molestar suplirá una ligera explicación de lo que representan. Saliendo de la iglesia por la puerta que esta en la galería del norte se halla a mano izquierda la primera historia con que comienza la vida del Redentor [ Cristo ] y de su santísima madre [ la Virgen ] con figuras mayores que el tamaño del natural: figura el encuentro de san Joaquín y santa Ana en la puerta del templo, con que antiguamente se significaba la concepción de la Virgen: contiene un trozo bien entendido de arquitectura y un país [ pisaje ] muy ameno con figuras. Sigue el nacimiento de [ la Virgen ] nuestra Señora, y en lo alto se ve a santa Ana sentada en su lecho con gran compostura y decoro, y en lo bajo unas mujeres vistiendo a la recién nacida. La tercera es la presentación de la Virgen niña en el templo con las figuras acostumbradas en este misterio y otras de pobres en primer término, en cuyos desnudos quiso demostrar Peregrino su gran estudio en la anatomía del cuerpo humano. La cuarta representa los desposorios de san José y de la Virgen con semblante y actitudes de honestidad y hermosura y los acompañan otras figuras de diferentes edades y sexos en un templo elegante, todo bien ordenado, por lo que se tiene por una de las mejores historias de este claustro. Sigue la Anunciación de Zuccaro; y la visitación a santa Isabel es la sexta de este lienzo, que también pintó Tibaldi. No siguió con las demás por la prisa y deseo que tenía el rey de verlas concluidas, contentándose con que hiciese los dibujos y estuviese sobre los oficiales que las habían de pintar; pero con todo eso quedaron algunas descorregidas, de lo que se quejaba amargamente Peregrino.
Pasado el primer ángulo, que pintó Luis de Carvajal, siguen nueve historias en la galería de oriente representan la huida a Egipto, la muerte de los inocentes, la vuelta de Egipto a Nazaret, la disputa en el templo con los doctores, la tentación en el desierto, la vocación de los apóstoles, la resurrección de Lázaro, y Jesucristo arrojando del templo a los mercaderes.
Rómulo Cincinato pintó el segundo ángulo, y en la galería del mediodía hay diez historias de la pasión de Cristo, que principian en la oración del huerto y acaban en la calle de la Amargura, con mucha composición, actitudes admirables y fuego de invención. El tercer ángulo esta pintado al óleo y al fresco por Tibaldi. Comprende, como los demás, dos oratorios con sus puertas: representó en la parte exterior del primero, esto es, en las puertas cerradas, al Señor [ Cristo ] pendiente de la cruz [ Crucifixión ], y mirado de lado con un escorzo tan difícil como bien desempeñado, y abiertas las puertas representó este mismo asunto [ Crucifixión ] en la tabla del medio, pero con el crucifijo [ Cristo crucificado ] visto de frente: le acompañan muchas figuras que asistieron en el calvario, con variedad en los caracteres y pasiones. Mostró aquí este profesor su talento, su filosofía y su destreza en pintar al óleo, sin embargo de no haber ejercitado este género veinte años hacía. Representó en las puertas el acto de crucificar al Señor [ Cristo ] [ ereccción de la cruz ] y el descendimiento de la cruz; y estos mismos asuntos al fresco en las paredes que rodean el oratorio, y aunque con variedad en la composición, en las actitudes y en los escorzos, con mucha semejanza en los semblantes de los mismos sujetos. No pintó Tibaldi el otro oratorio como se cree, pero le trazó y acabó. Representa por dentro y fuera la resurrección [ de Cristo ] del Señor, y en las puertas abiertas [ resurrección de Cristo ] al óleo, y en las paredes al fresco, cuando los santos varones le pusieron en el sepulcro, y la bajada a los infiernos. La galería de poniente contiene nueve historias con las cinco que están en las paredes del descanso de la escalera principal, de las cuales existen dos pintadas por Lucas Cambiaso y representan a san Juan y san Pedro cuando corrieron al sepulcro y la aparición del Salvador [ Cristo ] a los apóstoles no estando santo Tomás en el cenáculo. Había pintado Cambiaso también las otras tres; pero Felipe II mandó picarlas y que las volviesen a pintar los discípulos de Tibaldi por los diseños de éste. Todas nueve representan apariciones del Señor [ Cristo ] después de resucitado hasta que subió a los cielos, y son las que se pintaron con más precipitación, y por consiguiente las que tienen más defectos.
Pasado el cuarto ángulo, que pintó Miguel Barroso, hay en el lado del norte hasta la puerta de la iglesia cuatro historias, cuyos asuntos son el tránsito de [ la Virgen ] nuestra Señora, la asunción, la coronación y el juicio final, que con las seis que dijimos al principio son diez, y treinta y ocho todas las del claustro, sin contar las de los ángulos.
Mientras los oficiales trabajaban esta gran obra quiso el rey que Peregrino pintase el martirio de san Lorenzo para colocar en el sitio principal del retablo mayor de aquella iglesia en lugar del [ martirio de san Lorenzo ] de Federico Zuccaro, que mandó quitar. Pintole en efecto Tibaldi, y agradó mucho antes de ponerle en su nicho; pero no tanto despees de colocado, por la razón que dice el padre Sigüenza: “Se cree que ninguno agradará por la mala luz que tiene de enfrente y por el deseo de que en aquel principal sitio haya una cosa que no se tenga mas que pedir." Pintó el nacimiento y epifanía [ adoración de los reyes ] del Señor [ Cristo ] para los lados del primer cuerpo del mismo retablo, porque también se quitaron los que había de Zucaro. Y pintó el gran cuadro de la batalla de san Miguel para un altar de la nave de la iglesia en el lado del evangelio: obra de mucho estudio e inteligencia del desnudo y de los escorzos, y muy apreciable por la variedad de actitudes en las figuras de los malos ángeles. Inventó y diseñó el martirio de santa Ursula con sus compañeras que pintó Juan Gómez, y está colocado en el altar de enfrente al anterior; y es de mano de Tibaldi el señor [ Cristo ] a la columna que existe en el capítulo vicarial.
Pero la obra que le da más fama y nombre en España, y acaso la mejor que pintó en Italia es la bóveda y paredes de la librería de aquel real monasterio. Tiene esta pieza ciento noventa y cuatro pies de largo, treinta y dos de ancho y treinta y seis de alto, y toda está pintada de su mano desde la cornisa arriba, pues el friso que está más abajo es de Bartolomé Carducho.
Representó Tibaldi en el testero que cae hacia el colegio la filosofía en figura de una robusta matrona, grave y hermosa, enseñando el globo terráqueo a Sócrates, platón Aristóteles y Séneca, qué están a sus lados; y en el testero opuesto [[la_teología_sentada_con_una_corona_real_en_el_aire,_sostenida_por_la_fuerza_de_los_resplandores_que_despide_de_su_cabeza._La_acompañan_los_santos_doctores_de_la_iglesia_latina_(san_Ambrosio,_san_Gregorio_Magno,_san_Agustín_y_san_Jerónimo),_a_quienes_manifiesta_el_libro_de_la_sagrada_escritura_-_Tibaldi,_Peregrino|la teología sentada con una corona real en el aire, sostenida por la fuerza de los resplandores que despide de su cabeza. La acompañan los santos doctores de la iglesia latina [ san Ambrosio, san Gregorio Magno, san Agustín y san Jerónimo ], a quienes manifiesta el libro de la sagrada escritura]]. Todas estas diez figuras son mucho mayores que el tamaño del natural, y están pintadas con tanta fuerza realce que se distinguen desde cualquiera parte de la pieza.
Divídese la bóveda de esta librería en siete compartimentos con unas fajas o arcos, adornados con mil caprichosos grutescos de buen gusto, y en donde arrancan hay unos pedestales fingidos con figuras de poetas y escritores. En la cumbre de cada compartimento se representa una de las siete artes liberales, a saber: la gramática, la retórica, la dialéctica, la aritmética, la música, la geometría y la astronomía, figuras también mucho mayores que el natural, sentadas sobre nubes y escorzadas con suma inteligencia, con unos niños que tienen los instrumentos respectivos a cada profesión. A los lados de las ventanas están cuatro personajes de los que más se distinguieron en el arte que arriba se representa. También hay en cada compartimento diez figuras de hombres desnudos que con extrañas actitudes aparentan sostener la fábrica para las que hizo modelos de bulto, y por ellos cartones del mismo tamaño, que le hurtaron cuando se acabó la obra, de lo que se lamentaba mucho.
Se ve en ella el empeño que hizo de manifestar lo que había estudiado al lado de Buonarroti [ Miguel Ángel ], por el carácter grandioso que dio a las figuras, por la rotundidad de sus formas, por la fuerte expresión de la anatomía, por la, faciidad en los escorzos y por la fecundidad en la composición. Solo se distingue de aquel gran maestro en la dulzura y brillantez del colorido, en que seguramente le excedió, con una práctica maravillosa en el fresco y mucho arte en los colores cambiantes, en los celajes y en los exquisitos adornos.
Mucho placer, dicen, que tuvo Felipe II con el buen desempeño de Tibaldi, en esta gran obra, como se lo manifestó al retirarse a Italia, remunerándole con 100,000 escudos y un título de marqués en los estados de Milán, según afirman varios escritores. Apoco tiempo de estar en aquella ciudad falleció el año de 1592, y no en Módena, ni el de 1606 como dice Palomino.
Cuenta Mr. de Piles, que guando Peregrini estaba en Roma llegó a tal estado de pobreza y de abandono por lo mal que le había correspondido la pintura, sin darle lo necesario para vivir, que se retiró a un monte, resuelto a dejarse morir de hambre, donde permaneció algunos días sin comer, hasta que pasando por allí el papa Gregorio XIII, siguíó su voz dolorida, y le halló oculto detrás de un matorral. Que enterado el pontífice del motivo que le había conducido a aquel estado, le dio una severa reprehensión y le animó a que que siguiese la arquitectura, ofreciendo Ocuparle en sus obras; y añade que de esto tuvo origen el haber sido tan gran arquitecto e ingeniero. Pero esta historia que tiene todo el aire de novela, está refutada por falsa en el libro que se imprimió en Venecia no ha muchos años con láminas de lo que había pintado en el Instituto de Bolonia, relativo a la Odisea, que es una arte principal del adorno de aquella ciudad.
Fueron sus discípulos Jerónimo Miruoli, Juan Francisco Bezzi, llamado Nosadella y Dominico Tibaldi, su hijo, según el testimonio de algunos escritores, o hermano según el de otros. Fue este Dominico un gran pintor y grabador de láminas, de quien hay algunas buenas y raras, y fue maestro en este género del célebre Agustín Carracci. Falleció en Bolonia el año de 1583 cuando Peregrino no había venido todavía al Escorial, por lo que no puede ser cierto que le hubiese conseguido una plaza de senador, como también refiere Palomino.
Junta de Obras y Bosques, Padre Sigüenza, Pacheco, Mazzorlar., Baglion., Lomazi, Vasari, Malvas., Zanot., Padre Orlando, De Piles., Felibien, Palomino, Ponz.
(Tomo V, pp. 14-24)