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Vino a España, donde se casó y ejerció la pintura con gran manejo y fuego en la composición, como lo demuestra el [[089408|''triunfo de un emperador'']], que hay de su mano en la antecámara de la reina del palacio del Buen Retiro. Y habiendo quedado viudo volvió a Roma, y movido por el afecto que siempre conservó a este reino, [[pintó_allí_muchas_obras_para_nuestro_embajador|''pintó allí muchas obras para nuestro embajador'']] y [[[pintó]_para_el_procurador_general_de_los_agustinos_de_España|''[pintó] para el procurador general de los agustinos de España'']] con quien tuvo tan estrecha amistad, que el religioso le ofreció conseguirle una cruz del hábito Cristo; pero habiéndolo sabido Gaspar Celio, le inspiró tales ideas contra Borgiani, que pilló para sí la cruz que había prometido a su competidor. Se dice que este golpe le quitó la vida, sin embargo de ser hombre de mucho espíritu, como lo hizo ver en cierta ocasión, que pasando en coche por una calle de Roma, saltó de él con gran coraje, y tomando una botella de barniz de la tienda de un droguista la arrojó al Caravaggio y otros que se mofaban de él.